
Invertir en un mundo seguro para las mujeres
La violencia contra las mujeres va en aumento por elementos como los conflictos, la emergencia climática y el incremento de la pobreza, la desigualdad, las normas sociales tóxicas y la polarización política.
La violencia por razón de género -que, en su mayor parte, ejercen los hombres contra las mujeres- avanza de manera implacable. Es una de las formas de violación de los derechos humanos más generalizadas y extendidas. Datos mundiales recabados a lo largo de varios años han demostrado que una de cada tres mujeres sufre violencia física o sexual en su vida. Esto refleja solo los casos denunciados, pero se estima que la tasa real es mucho mayor.
Según ONU Mujeres, en 2021 unas 45.000 mujeres y niñas fueron asesinadas a manos de algún familiar masculino, lo que equivale a un asesinato cada 11 minutos.
Gran parte del mundo no ve la violencia de género como un problema. En uno de nuestros estudios hallamos que, sorprendentemente, una cuarta parte de la población considera que no está mal que un hombre golpee a su esposa.
En 2021, unas 45.000 mujeres y niñas fueron asesinadas a manos de algún familiar masculino, lo que equivale a un asesinato cada 11 minutos
La COVID-19 puso de manifiesto una "pandemia oculta" de maltratos que crecía y avanzaba en paralelo a la emergencia sanitaria. Lo mismo ha sucedido con otros desastres recientes. Los terremotos, las sequías, los conflictos y las inundaciones provocan mayores niveles de violaciones, matrimonios infantiles y trata de personas.
Las crisis perpetúan la falta de empoderamiento de las mujeres y niñas de una manera menos directa, privándolas de oportunidades de educación y empleo, y manteniendo el círculo vicioso de pobreza y desigualdad.
Ya sea que la violencia sexual se utilice como arma de guerra, o como "estrategia de supervivencia" en el caso del matrimonio infantil, los índices de violencia de los hombres contra las mujeres son un flagelo que afecta a toda la sociedad y que debe afrontarse con urgencia. Ningún país es inmune.
¿Quién paga las consecuencias?
En primer lugar, las mujeres, aunque, al final, toda la población se ve afectada.
Las sociedades se ven perjudicadas cuando a las mujeres se les arrebata su vida, el poder sobre su cuerpo, su salud, su tranquilidad y sus oportunidades profesionales. La violencia de los hombres contra las mujeres hace que aumenten los costos de la atención médica, la educación, la protección social y la justicia, y reduce la productividad.
Se estima que las consecuencias tienen un valor de 1,5 billones de dólares de los Estados Unidos (USD), como mínimo; es decir, alrededor del 2 % del producto interno bruto (PIB) mundial.
Un mundo en el que toda la población esté segura y en condiciones de hacer realidad los objetivos que desea alcanzar en su vida puede ser un mundo transformador.
Invertir en la prevención es fundamental, y es un aspecto central de nuestro mandato para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Cada vez hay más pruebas de que poner fin a la violencia de los hombres contra las mujeres es esencial no solo para los derechos humanos y la igualdad de género, sino también para todos los ODS.
La violencia de género puede prevenirse. Los datos disponibles indican que cambiar las normas sociales de género nocivas y mejorar la seguridad económica de las mujeres son algunas de nuestras herramientas más poderosas para lograrlo.
Incluso medidas simples como las transferencias de efectivo a los hogares pobres reducen en gran medida la violencia en el 73 % de los casos. Los programas de transferencia de efectivo y alimentos en el Ecuador permitieron reducir la violencia entre un 19 % y un 30 %.
En el PNUD estamos también liderando un movimiento de mayor alcance, promoviendo un cambio social, radical y transformador.
Existe un potencial enorme y poco explorado. Con mejores políticas se pueden salvar vidas.
La Iniciativa Spotlight, respaldada por la Unión Europea, invierte en organizaciones comunitarias. Se trata del mayor esfuerzo realizado a nivel mundial para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas, y su evaluación independiente, titulada Imperative to Invest (Imperativo Invertir) ha determinado que la iniciativa podría evitar que más de 21 millones de mujeres y niñas sufran violencia para 2025, lo que implica salvar al menos dos vidas por día.
Puesto que la violencia de los hombres aumenta durante las crisis, nuestro Programa de Acción de 10 Puntos está fomentando una transformación sistémica. Este Programa representa un compromiso firme para eliminar de raíz las causas más persistentes de la desigualdad de género.
Este año, los 16 días de activismo contra la violencia de género se centran en el tema establecido por la ONU: "Invertir para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas".
La inversión es fundamental
La reacción contra la igualdad de género se ha acentuado, lo que ha agravado la discriminación jurídica, política y social. Cada vez son más los ataques contra quienes defienden los derechos humanos de las mujeres. Las agresiones en línea son una de las formas más recientes para silenciar a las mujeres y frustrar su trabajo. El número de mujeres líderes políticas es bajo, pero el grado de violencia contra las que acceden a la política electoral o que han asumido puestos de liderazgo ha sido descrito por un funcionario de la ONU como un "fracaso moral y ético".
Las organizaciones de mujeres desempeñan un papel vital, pero solo reciben el 1 % de los presupuestos públicos. Si bien la mayoría de los países incluyen en sus presupuestos políticas para afrontar la violencia, no está claro de qué modo colaboran en áreas clave como la educación, la salud, el desarrollo económico y la protección social.
Dado que la violencia de género no ocurre de manera aislada, en el PNUD trabajamos con nuestros socios para incorporar la igualdad de género en otros programas, centrándonos específicamente en la prevención. Las iniciativas piloto realizadas en Bhután, Indonesia, el Iraq, el Líbano, el Perú, la República de Moldova y Uganda están generando actitudes en favor de una mayor igualdad entre los géneros. Además, la microfinanciación obtenida en Sudáfrica ha reducido a la mitad la violencia doméstica en dos años.
Como parte de nuestra Estrategia de Igualdad de Género, en el PNUD estamos invirtiendo en organizaciones feministas y de mujeres que trabajan firmemente para lograr cambios. Las reformas estructurales, como la ampliación de los derechos a la propiedad de la tierra, pueden tener enormes repercusiones, sobre todo cuando la igualdad de género ocupa un lugar central.
Estamos elaborando nuevas formas para contrarrestar el rechazo a la igualdad de género. Nuestra herramienta de seguimiento de cuestiones de género en los medios sociales utiliza la inteligencia artificial para detectar casos de discurso de odio. Se está probando en Colombia, Filipinas y Uganda, donde estamos trabajando con quienes formulan las políticas para afrontar la ola de violencia digital.
Cambiar las políticas y la mentalidad
Pese a los avances en las leyes para tratar y prevenir la violencia contra las mujeres, al ritmo actual se necesitarán al menos otros 21 años para que estas leyes se apliquen en todas partes.
Esto parece indicar que el logro de una igualdad de género verdadera y amplia sigue siendo un ideal lejano, aunque no tiene por qué ser así. La relación entre la pobreza y la violencia de género es bien conocida, al igual que el vínculo entre la violencia, la degradación ambiental y las crisis. Sabemos cómo romper el ciclo de violencia y no hay tiempo que perder.
La vida de las mujeres y las niñas depende, literalmente, de ello.