Las emergencias, tanto naturales como las provocadas por humanos, generan un impacto que marca la vida y el cuerpo de aquellas personas a quienes afectan. En una emergencia, la cotidianidad se ve interrumpida por un evento inesperado el cual trae consigo nuevos obstáculos sobre recursos de supervivencia frente a los cuales, los damnificados no estaban preparados ni se habían enfrentado antes. De esta forma, los efectos de una emergencia pueden reflejarse en la calidad de vida de una persona, siendo la mente, una de las partes del cuerpo que resulta afectada en la mayoría de los casos. Aun así, debido a lo sutiles que son sus formas de manifestación, estos impactos pueden llegar a pasarse por alto, dando prioridad a intervenciones de otro tipo (médicas, alimentación, albergue, etc.) Durante una emergencia, la mente se enfrenta a altos niveles de estrés al tener que procesar diferentes tipos de pérdidas, impactos emocionales y nuevos órdenes sociales; razón por la cual, las necesidades de apoyo psicosocial incrementan. Por este motivo, en cualquier contexto de emergencia, es necesario ofrecer servicios de atención psicosocial a los damnificados ya que de esta forma se puede brindar una atención integral a quienes más lo necesitan, ayudándoles a restablecer su equilibrio después del cambio.
Uno de los ejemplos que se tiene en Colombia sobre la importancia de ofrecer servicios de apoyo psicosocial es la tragedia de Armero de 1985. En este caso, los equipos de salud mental tuvieron la misión de caracterizar y atender a los sobrevivientes del deslizamiento en su proceso de recuperación. Durante estas atenciones se descubrió que los damnificados presentaban cuadros de ansiedad y depresión en los plazos comprendidos entre los seis meses y el año después del desastre. Igualmente, los profesionales encontraron un aumento en la presencia de síntomas como consumo de alcohol y sustancias psicoactivas no legales, comportamientos violentos y desapego familiar . Frente a esto, se hace evidente cómo las necesidades emocionales y sociales de los afectados por una emergencia, producen consecuencias en la salud mental, puesto que, terminan por afectar el comportamiento y relacionamiento del afectado con las personas a su alrededor, incrementando los factores de riesgo y la condición de vulnerabilidad de la persona.
La población con la cual se trabaja desde el componente de SMAPs de Protección no es ajena a estas necesidades. Una situación de emergencia cómo lo ha sido el fenómeno masivo de la migración venezolana ha expuesto a miles de personas a retos tales como pérdida de identidad, pérdida de recursos económicos y emocionales; junto a la adaptación a entornos que, en ciertos casos, suelen ser hostiles por la discriminación . Sumado a esto, la pandemia del COVID-19 ha erosionado aún más las condiciones de vida de nuestros beneficiarios. Ahora, los migrantes deben enfrentarse a restricciones fronterizas fuertes que se interponen en el acceso a servicios de protección; a nuevos niveles de xenofobia, racismo y estigmatización; y a la escasez de fuentes de ingreso por la debilidad de las economías no formales, de las cuales dependen la mayoría de migrantes. De esta forma, estas situaciones generan incertidumbre y constante estado de estrés que ocasionan síntomas como problemas en el estado de ánimo, cambios en el comportamiento, ansiedad, conductas suicidas y manifestaciones de duelo tanto en adultos como en niños y niñas.
En cifras, dicho cambio en las condiciones de vida se puede ver reflejado en nuestros servicios, especialmente, en el aumento de remisiones a servicios de atención psicosocial ya que éste pasó de ser 71 remisiones en febrero y marzo a 306 en los meses de junio y julio. Dichas remisiones, 377 en total desde febrero a julio, fueron producidas desde los diferentes programas de Save the Children y hacen evidente la necesidad de servicios de salud mental dirigidos a la población migrante y retornada. Como respuesta a esta situación, el componente de SMAPs ha atendido los casos individuales a través de primeros auxilios psicológicos, acompañamiento a los casos, y referenciación a instituciones y organizaciones cuando la gravedad de los casos así lo amerita. Adicionalmente, durante este periodo de seis meses, se realizaron actividades grupales con un alcance de 56 personas, cuyo fin fue fortalecer las capacidades de identificación y respuesta de las comunidades frente a las necesidades psicosociales que ellas mismas pudieran tener.
Incluso, durante la emergencia sanitaria, los equipos de profesionales SMAPs ofrecieron servicios de manera remota para atender las afectaciones en la salud mental de personas que, como consecuencia de la incertidumbre y miedo al contagio, reportaron problemas de ansiedad y de estado de ánimo. De este modo, se lograron realizar 172 atenciones remotas y 67 actividades de capacitación y fortalecimiento a través de videollamadas o webinars. Sin embargo, debido a que la pandemia también trajo consigo un aumento en síntomas de alto riesgo como conductas violentas que tienden a desencadenar situaciones de vulneración a la niñez, las atenciones presenciales continuaron bajo protocolos de bioseguridad.
Si bien la finalización del confinamiento estricto ha permitido identificar estos síntomas como consecuencias del impacto de la pandemia, aún no se tiene seguridad de los efectos que se puedan desencadenar en el largo plazo de no recibir una intervención temprana acorde al tipo de necesidad. No obstante, es posible afirmar que las condiciones de vulnerabilidad de nuestros beneficiarios también se traducen en vulnerabilidad psicológica y que, en consecuencia, los impactos psicosociales pueden ser más duraderos y fuertes para esta población. Por esta razón, se hace evidente la necesidad de continuar trabajando bajo un enfoque de salud mental como parte de los servicios de asistencia humanitaria, pues de esta forma, es posible minimizar las huellas que esta situación de emergencia o crisis tiene en la vida de la población migrante.
1Varios autores. Consecuencias psicosociales de los desastres: La experiencia latinoamericana. Serie de Monografias Clínicas. No.2 Editado por el Programa de Cooperación Internacional en Salud Mental Simón Bolivar, 1989 2Martínez, Manuel Fco., y Martínez García, Julia "PROCESOS MIGRATORIOS E INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL." Papeles del Psicólogo 39, no.
2 (2018):96-103. Redalyc, https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77855949003