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Prosperidad compartida y fin de la pobreza en América Latina y el Caribe

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Introducción

En 2013, el Banco Mundial adoptó dos objetivos primordiales para orientar su labor: 1) poner fin a la pobreza extrema, esto es, reducir la proporción de personas que viven en pobreza extrema al 3% de la población mundial para el año 2030, y 2) promover la prosperidad compartida en todos los países a través de un aumento sostenible del bienestar de los sectores más pobres de la sociedad, que se definen en términos generales como el 40% la distribución con menores ingresos (el 40% más pobre).
La adopción de estos objetivos complementarios ha ayudado a renovar el énfasis de la comunidad internacional del desarrollo en el bienestar de aquellos que se encuentran en el estrato más bajo de la distribución de ingresos.
Además, estos objetivos proporcionan una guía que los organismos de desarrollo y los países pueden utilizar para priorizar sus iniciativas y sus fondos.
Durante la última década, la región de América Latina y el Caribe logró avances importantes con respecto a los dos objetivos mencionados: redujo a la mitad la pobreza extrema y fue la región que logró la tasa de crecimiento de los ingresos más alta para el 40% más pobre de la población, tanto en términos absolutos como en relación a la totalidad de habitantes. Estos avances han transformado la configuración de los grupos socioeconómicos de la región. En 2012, más de la tercera parte del 40% de la distribución con menores ingresos de la región estaba compuesta por hogares vulnerables (aquellos que han salido de la pobreza pero no tienen ingresos suficientes para ser considerados parte de la clase media); en 2003, en cambio, los dos primeros quintiles de la distribución de ingresos estaban integrados exclusivamente por hogares pobres. La naturaleza inclusiva del proceso de crecimiento de la región también se evidencia en la reducción de los niveles notoriamente altos de desigualdad, que cayeron de un coeficiente de Gini de 0,56 en 2003 a 0,52 en 2012. Según algunas proyecciones, la proporción de hogares que vivirá en pobreza extrema (US$1,25 al día) en la región en 2030 será del 3,1%, lo que representa un descenso con respecto al 4,6% registrado en 2011 y el cumplimiento del objetivo del Banco Mundial del 3% para el año 2030 (Banco Mundial, 2015b).
A pesar de este notable desempeño, el avance social no ha sido uniforme durante este período: ciertos países, subregiones e incluso grupos, han participado en menor medida en el proceso de crecimiento, lo que ha limitado las oportunidades para lograr la reducción de la pobreza y la prosperidad compartida en los países y la región. En América Latina y el Caribe, aún viven en pobreza extrema más de 75 millones de personas, la mitad de ellas en Brasil y México, y las tasas de pobreza extrema (según la línea de US$2,50 per cápita al día) exceden el 40% en Guatemala y llegan a casi el 60% en Haití. Esto significa que la pobreza extrema es todavía un problema importante en los países de ingreso bajo y medio de la región. La reciente desaceleración de la actividad económica y del ritmo de la reducción de la desigualdad representan obstáculos adicionales que impiden avanzar con rapidez hacia los objetivos institucionales (Cord et al., 2014; de la Torre et al., 2014). Según un estudio reciente de Narayan, Saavedra y Tiwari (2013), el indicador de prosperidad compartida guarda una fuerte correlación con el crecimiento del ingreso medio; sin embargo, si la desigualdad es alta, el crecimiento del ingreso medio no se trasladará proporcionalmente al segmento más pobre de la distribución.
El propósito de esta reseña es evaluar el desempeño de la región en la reducción de la pobreza y la promoción de la prosperidad compartida durante la última década y, a la vez, utilizar un modelo simple basado en activos para resaltar algunos de los principales elementos que afectan la capacidad de los hogares más desfavorecidos de generar ingresos. Las descripciones presentadas en este capítulo sirven de base para los ocho estudios sobre países que se incluyen más adelante, en los que se analizan los avances heterogéneos en cuanto al cumplimiento de los objetivos y se identifican las principales variables de políticas que han influido en los resultados de los países.