PRONUNCIADO POR
Secretaria General Adjunta Ilze Brands Kehris
EN
Conferencia de Alto Nivel sobre el estado de los derechos humanos en el mundo
Excelencias,
Estimados colegas y amigos:
Me honra poder acompañarles hoy y abordar el tema de los niños afectados por la violencia y los conflictos armados.
Agradezco al Parlamento Europeo y al Campus Global de Derechos Humanos la invitación y la oportunidad que me dan de sentar las bases del tema, junto con mi colega Virginia Gamba, Representante Especial del Secretario General para los niños y los conflictos armados.
Este es un asunto urgente, que preocupa al mundo entero.
A finales del año pasado, más de 450 millones de niños -es decir, uno de cada seis- vivían en zonas de conflicto, el mayor número de los últimos 20 años. Una cifra record de 36,5 millones de niños estaban desplazados de sus hogares, a consecuencia del conflicto, la violencia u otras crisis.
El conflicto de Ucrania ha hecho que dos millones de niños huyan de su país y ha provocado el desplazamiento interno de otros tres millones.
Todo niño que tiene que vivir en estas circunstancias es un menor privado de protección y de sus derechos más elementales.
En la temprana fecha de 1924, la Declaración de Ginebra sobre los derechos del niño ya declaró que “la humanidad ha de otorgar al niño lo mejor que pueda darle” y que “el niño debe ser el primero en recibir socorro en caso de calamidad”.
Desde entonces, los Estados han elaborado un marco jurídico muy complejo con arreglo al derecho internacional de los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y el derecho penal internacional, que rige el trato y la protección de los niños, y detalla las obligaciones de los agentes estatales y no estatales.
En particular, los Protocolos Adicionales a los Convenios de Ginebra codificaron el concepto de “protección especial” de los niños en virtud del derecho internacional humanitario e introdujeron la norma jurídica de que hasta la edad de 15 años los niños no podían ser reclutados o tomar parte en las hostilidades.
El sistema internacional de derechos humanos ha reforzado aún más la protección legal de los derechos y la dignidad de los niños.
El núcleo de ese sistema lo componen la Convención sobre los derechos del niño y su protocolo facultativo relativo a la participación de los niños en conflictos armados.
Vale la pena recordar aquí los cuatro principios generales que sustentan la Convención:
La no discriminación;
El interés superior del menor;
El derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo;
La participación y la inclusión del niño.
Al igual que sucede con todos los criterios y baremos de derechos humanos, estos principios se aplican en todo tiempo y lugar.
Y sin embargo, la realidad es lúgubre.
El flagrante desprecio hacia el derecho internacional de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario evidente en los conflictos de hoy en día, repercute de manera desproporcionada en los niños, en parte debido a que estos son “invisibles”.
La ausencia de niños en tanto que participantes en los procesos de pacificación o de claúsulas de protección de la infancia en los acuerdos de paz, ilustra esta afirmación.
Por lo tanto, resulta esencial que redoblemos los esfuerzos orientados a reconocer a los niños, a la vez como víctimas de la violencia y como participantes activos, cuyas voces y experiencias merecen ser escuchadas.
El informe encargado en 2020 por la Comisión de Investigación sobre Siria, titulado “Han borrado los sueños de mis hijos: los derechos del niño en la República Árabe Siria”, hizo exactamente eso mismo. Esto fue el resultado de la aplicación de competencias específicas y de centrar la atención en los niños, con lo cual el informe pudo hacer hincapié en que la estrategia centrada en el niño es fundamental para alcanzar una paz duradera.
Permítanme ofrecerles algunos ejemplos más de cómo las Naciones Unidas trabajan en colaboración con los Estados Miembros, la sociedad civil y los mismos niños para mejorar la protección de los derechos del niño y prevenir las violaciones.
En las misiones de paz de las Naciones Unidas, los componentes de derechos humanos colaboran estrechamente con las unidades de protección de la infancia a fin de monitorear e informar acerca de las violaciones de los derechos de los niños -lo que incluye las seis violaciones graves de esos derechos- con miras a apoyar los esfuerzos orientados a mejorar la rendición de cuentas y la función de la justicia.
Por ejemplo, en la República Centroafricana apoyamos la creación de comités comunitarios de base para respaldar la adecuada gestión de los casos y garantizar la protección de las víctimas.
En Iraq, la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas lleva a cabo una amplia gama de actividades a fin de prevenir la manipulación y el reclutamiento de niños: desde campañas de sensibilización acerca del derecho a la educación hasta un diálogo permanente con el gobierno de Iraq y las Fuerzas de Movilización Popular (PMF) con miras a firmar un plan de acción para poner fin al uso y reclutamiento de los menores y a otras violaciones de sus derechos.
Asimismo, apoyamos la labor que realizan en este sentido los tribunales penales internacionales, entre ellos la Corte Penal Internacional. En 2021, nuestra Oficina, conjuntamente con otros asociados de las Naciones Unidas, presentó un informe amicus curiae ante la Cámara Procesal de esta Corte, en el caso de Dominique Ongwen, en el que se abordaron los perjuicios causados por el conflicto en el norte de Uganda, entre otros los sufridos por los supervivientes de actos de violencia sexual cometidos en el marco del conflicto y de sus hijos, así como las modalidades adecuadas de reparación.
Los Procedimientos Especiales del Consejo de Derechos Humanos también desempeñan funciones importantes en lo relativo a fomentar la notoriedad y dar la alarma en esta situaciones.
El mes pasado, el Relator Especial sobre la situación de derechos humanos en Myanmar presentó un informe sobre la terrible violencia que la junta militar ha empleado contra los niños, en el que puso de relieve los asesinatos, las mutilaciones, la detención arbitraria, la tortura y la toma de niños en rehenes para presionar a los padres, a fin de que estos se entregaran a las autoridades.
En el documento, el Relator Especial exhortó a los Estados a que tomaran de inmediato medidas coordinadas para evitar que los niños se conviertan en una “generación perdida”, en medio de la escalada de la crisis humanitaria, política y económica.
Esta conferencia brinda la oportunidad de trasladar al mundo entero el conmovedor llamamiento del Relator Especial en favor de los niños, con miras a ponerlo en práctica.
Esta situación afecta también a algunos enclaves más próximos. Sabemos que numerosos niños migrantes, incluso en Europa, así como otros que viajan solos o que solicitan asilo o refugio, siguen expuestos a riesgos más graves y son vulnerables a diversas formas de detención y violencia.
A todos nos corresponde la tarea de lograr un compromiso coordinado, una promoción certera y una movilización de recursos -en todos los niveles- para garantizar que los derechos humanos y el amparo especial que los niños deben recibir sean puestos en marcha.
Debemos otorgarles a los niños lo mejor que podamos darles. Esta idea no es únicamente un imperativo legal y moral, es una responsabilidad de toda la humanidad.
Muchas gracias.