Mensajes clave
A pesar de los progresos alcanzados, solo dos de cada tres países han logrado la paridad en la matriculación en la educación primaria, uno de cada dos en el primer ciclo de la educación secundaria, y uno de cada cuatro en el segundo ciclo de la educación secundaria. Una cuarta parte de los países presenta una gran disparidad en detrimento de los varones en el segundo ciclo de la educación secundaria, sin cambios desde el año 2000.
Algunas regiones están progresando más rápidamente que otras, en particular Asia Central y Meridional, principalmente gracias a los cambios en la India. Sin embargo, África Subsahariana sigue muy lejos de la paridad en todos los niveles de la educación.
En países con bajas tasas de finalización en la educación primaria y secundaria, la desventaja relativa de las niñas se agrava con la pobreza.
Los padres tienden a leer con más frecuencia a las niñas; este es uno de los factores que explican el hecho de que superen a los niños en la lectura en las evaluaciones de la escuela primaria.
Los programas de formación técnica y profesional siguen siendo un bastión masculino, mientras que en la educación terciaria ocurre lo contrario. La elección de asignaturas también está segregada por sexo. Solo algo más de una cuarta parte de los alumnos matriculados en programas de ingeniería, industria y construcción, y en programas de tecnologías de la información y la comunicación, son mujeres.
Las normas sociales perjudiciales pueden impedir que se produzcan cambios en la educación, ya que con frecuencia se sigue considerando que las mujeres son esposas y cuidadoras. Además, más de una cuarta parte de la gente piensa que "la educación universitaria es más importante para los varones". En la mayoría de los países, las niñas tienen más del doble de probabilidades que los niños de participar en el trabajo doméstico infantil.
No se logrará la igualdad de género sin un firme compromiso político. Las leyes deberían prohibir el matrimonio infantil y autorizar que las alumnas embarazadas asistan a la escuela. Al menos 117 países y territorios todavía permiten que los niños se casen.
Las instituciones sociales pueden ser discriminatorias y frenar el progreso de las niñas y las mujeres. Uno de cada cuatro países tenía niveles de discriminación altos o muy altos en 2019.
Se requiere un mayor compromiso en las leyes y políticas para proteger el derecho de las niñas a regresar a la escuela después del embarazo. En África Subsahariana, cuatro países aplican una prohibición total de su retorno.
La violencia de género en el entorno escolar repercute en la asistencia a la escuela y el aprendizaje. Uno de cada cuatro estudiantes en países mayoritariamente de ingresos altos y uno de cada tres en países mayoritariamente de ingresos bajos y medios informaron haber sufrido acoso en los últimos 12 meses. La violencia se agrava en los contextos de desplazamiento.
La educación integral en sexualidad amplía las oportunidades educativas, cuestiona las normas de género y promueve la igualdad de género, lo que resulta en un comportamiento sexual más responsable y menos embarazos precoces.
Demasiadas escuelas carecen de instalaciones sanitarias esenciales para la gestión de la higiene menstrual. Solo la mitad de las escuelas en 2016 tenía acceso a instalaciones para lavarse las manos con agua y jabón.
La enseñanza es con frecuencia una profesión femenina, ejercida bajo la dirección de hombres. Casi el 94% de los docentes de la educación preescolar, pero solo la mitad de los del segundo ciclo de la educación secundaria, son mujeres. Para muchos países resulta difícil asignar a las maestras a donde más se las necesita, como los entornos de desplazamiento, y se imparte poca formación sobre enseñanza con perspectiva de género, lo que refuerza los estereotipos de género en el aula.
La ayuda de los donantes para mejorar la igualdad de género en la educación debe conducir a resultados sostenibles que sean eficaces, ampliables, reproducibles y participativos. En los países miembros del CAD de la OCDE, el 55% de la ayuda directa para la educación se destinó a las cuestiones de género, oscilando entre el 6% en el Japón y el 92% en el Canadá.
Muchos planes sectoriales ignoran las prioridades clave para la igualdad de género. Un análisis de 20 países mostró que las transferencias en efectivo y en especie eran la política más popular, y figuraban en tres de cada cuatro planes. La reforma de los planes de estudios y la revisión de los manuales escolares, la participación de las niñas en cursos de CTIM y el acceso seguro a las escuelas eran las menos populares, y solo aparecían en una quinta parte de los planes de los países.
Los planes de Angola, Djibouti, Mauritania y la República Centroafricana hacían escasas referencias a las desigualdades de género en la educación, pero los de Níger, Guinea y Somalia son hojas de ruta sólidas para el cambio.