Mensajes Principales
Los programas de alimentación escolar en América Latina y el Caribe (ALC) continuaron durante la COVID-19, adaptándose a los cierres de escuelas y a las nuevas medidas de seguridad, principalmente cambiando a raciones para llevar a casa. En la actualidad, los programas de alimentación escolar han vuelto a las escuelas en toda la región.
• La pandemia de COVID-19 dejó fuera de las escuelas a 165 millones de estudiantes en América Latina y el Caribe. Las repercusiones de esta crisis silenciosa pueden afectar a toda una generación, pero también brindan la oportunidad de actuar ahora para que los niños vuelvan a la escuela.
• El éxito de los países a la hora de adaptar y ampliar sus programas nacionales de alimentación escolar durante la pandemia— incluso, utilizándolos para llegar a más personas vulnerables—ha demostrado una vez más lo cruciales que son como parte de los sistemas nacionales de educación y protección social.
• A pesar de los efectos de la pandemia de COVID-19 y de la crisis mundial por el incremento del costo de la vida, los programas nacionales de alimentación escolar figuran entre las mayores iniciativas de protección social de la región. Mantienen a los niños bien alimentados y sanos, lo que les permite aprender mejor y prosperar, y contribuyen al desarrollo del capital humano que necesita la región.
• Alrededor de 80.3 millones de niños de los niveles preescolar, primario y secundario se beneficiaron de programas de alimentación escolar en 31 países de América Latina y el Caribe en 2022. La mayoría de estos niños viven en América del Sur (63.2 millones), seguido de América Central (13.3 millones) y el Caribe (3.8 millones). Estas cifras confirman que América Latina y el Caribe tienen el segundo mayor número de niños que reciben alimentación escolar en todo el mundo.
A pesar de la crisis, el compromiso político y las inversiones en programas nacionales de alimentación escolar siguen siendo elevados.
• Los marcos institucionales para la alimentación escolar son sólidos en la región, bajo el liderazgo de varios ministerios. Algunos países los coordinan a través de plataformas multisectoriales. La alimentación escolar suele estar integrada en los planes nacionales de desarrollo, así como en las políticas de educación y seguridad alimentaria. En menor medida, forman parte de marcos políticos coherentes que incluyen los sectores de la educación, la protección social, la salud y la agricultura.
• Al menos 19 países de la región cuentan con una política o ley específica de alimentación o nutrición escolar. Muchos otros están desarrollando nuevos marcos. La mayoría de las leyes y políticas desarrolladas en la última década han demostrado ser más sensibles a la salud y la nutrición en las escuelas y a los sistemas alimentarios locales, incorporando cada vez más otras intervenciones de salud y nutrición en las escuelas y abasteciéndose de pequeños agricultores.
• Los gobiernos de la región siguen basándose en una larga historia de cooperación regional e internacional. La Cooperación Sur-Sur y triangular y las redes e iniciativas regionales siguen alimentando los intercambios, compartiendo las lecciones aprendidas y las mejores prácticas en toda la región. En menos de dos años, 17 países se han unido a la Coalición para la Alimentación Escolar, mostrando su voluntad política de garantizar el progreso de sus planes y compromisos nacionales.
Sin embargo, persisten las desigualdades entre los países que poseen más recursos y los que tienen menos y, dentro de cada país, en cuanto al alcance, la pertinencia y la calidad de los programas.
• En los países de bajos ingresos, el costo de la alimentación escolar asciende a US$10 anuales por niño, mientras que en los países de altos ingresos se estima en US$293.
• La mayoría de los programas de la región han sido diseñados con alcance universal, pero aún no alcanzan una cobertura total. La cobertura oscila entre el 30 y el 100 por ciento de los niños y niñas matriculados en primaria.
• Hay una necesidad urgente de garantizar programas integrados que satisfagan todas las necesidades de salud y nutrición de los niños para que puedan aprender y prosperar. Aunque la mayoría de los programas de la región tienen objetivos de mejoramiento de la salud y la nutrición, sólo cuatro indican que ofrecen un paquete totalmente integrado de al menos seis intervenciones sanitarias o nutricionales junto con la alimentación escolar.
• La compra local interesa a muchos países y donantes en la región y ha experimentado una tendencia al alza en la última década. Al menos 15 de los 31 países encuestados tienen cadenas de suministro de alimentos escolares descentralizadas o al menos un porcentaje de compras locales integrado en el programa.
Sin embargo, pocos países consiguen incluir sistemáticamente a los productores a pequeña escala a todo lo largo del programa nacional.
• En la región, pocos programas tienen como objetivo activo apoyar los sistemas alimentarios de los Pueblos Indígenas, incluyendo prácticas culturales, tradiciones culinarias y preservación del conocimiento Indígena, comprando alimentos localmente y garantizando el liderazgo de las autoridades Indígenas y la participación de las comunidades.
Aunque algunos programas están innovando para adoptar los beneficios de un enfoque intercultural, la mayoría todavía no reflejan las diversas necesidades y aspiraciones de los Pueblos Indígenas.
El reto ahora es que los gobiernos lleguen a los niños más vulnerables con programas integrados de calidad, resistentes a las crisis y que les ayuden a recuperarse tras la pandemia.
• En toda ALC, hasta 12 millones de niños y niñas, adolescentes y jóvenes de primaria, primer ciclo de secundaria y segundo ciclo de secundaria están ya fuera del sistema educativo. Millones siguen corriendo el riesgo de abandonar los estudios.
El itinerario educativo de más de 118 millones de niños y niñas entre 4 y 17 años está en peligro.
• La reciente subida vertiginosa de los precios de los alimentos y el combustible está afectando la calidad general y el alcance de los programas nacionales. Algunos gobiernos han aumentado su presupuesto para la alimentación escolar.
En otros, sin embargo, los propios programas asumen costos más altos, lo que puede traducirse en una reducción en el número de días de alimentación o un cambio en la oferta alimentaria a alimentos menos nutritivos y más asequibles.
• En vista del alto costo de la dieta y el aumento de la inseguridad alimentaria en la región, los programas deben especialmente bordar la malnutrición en todas sus formas, incluyendo la prevención del sobrepeso y la obesidad, y la promoción de mejores dietas sobre la base de alimentos diversos, frescos y producidos localmente, dentro y fuera de las escuelas; y mejorar los entornos alimentarios escolares y las directrices dietéticas.
• Todos los programas en la región pueden aumentar la participación de las mujeres agricultoras, los jóvenes y los Pueblos Indígenas en la cadena de valor escolar.
• Para aprovechar todo su potencial, los programas deben reforzar los marcos institucionales y normativos, abordar la brecha de género, movilizar recursos y garantizar enfoques multisectoriales, así como innovar y digitalizar para que los sistemas de gestión y seguimiento, presentación de informes y evaluación sean más ágiles y responsables.
• Los programas de alimentación escolar deben invertir en mejorar su resiliencia institucional y su preparación para responder a las crisis. Esta preparación debe ser integrada en sus marcos y procedimientos operativos, así como en los marcos institucionales nacionales.