El 9 de septiembre es el Día Internacional para la Protección de la Educación de Ataques y simboliza el compromiso de los Estados, así como de las organizaciones humanitarias y de desarrollo, de garantizar entornos de aprendizaje seguros y propicios en situaciones de emergencia humanitaria.
En 2017, el CICR comenzó a actuar en el ámbito de la educación precisamente por este motivo. Hoy, en 2021, se cumple el cuarto año del programa sobre el acceso a la educación, cuyo objetivo es asegurar que los niños y las comunidades educativas situados en las líneas de frente, en regiones distantes y en zonas afectadas por un alto nivel de violencia sigan teniendo acceso a las escuelas.
El CICR basó su participación en la esfera educativa en su valor agregado específico, esto es, su acceso humanitario y su relación con los portadores de armas, así como su experiencia operacional en contextos gravemente afectados por conflictos y situaciones de violencia.
Durante los últimos cuatro años, es mucho lo que se logró: más de 30 delegaciones del CICR han implementado actividades de pequeña escala relacionadas con la educación, y diez delegaciones han incorporado con éxito la educación en diferentes etapas del ciclo de su programa. En seis delegaciones, los asesores especializados en educación han creado programas completos.
La primera estrategia relativa al acceso a la educación (2018-2020) llegó a su fin el año pasado, dando lugar a un momento de reflexión. El CICR emprendió una revisión amplia del tema para comprender las enseñanzas adquiridas y definir el modo de mejorar sus programas en el futuro.
ESTRATEGIA 2021-2026 (en inglés)
En particular, hemos comprobado que:
Compartir nuestros conocimientos operacionales sobre la forma de gestionar las perturbaciones en los sistemas educativos con los ministerios de educación puede ayudar a las autoridades a elaborar políticas y prácticas para mejorar la seguridad de las escuelas y mantenerlas abiertas durante conflictos y situaciones de violencia.
Podemos utilizar nuestro diálogo sobre protección de manera mucho más sistemática para plantear las preocupaciones relativas al acceso a la educación al hablar con las partes que alteran su continuidad.
Ahora que el acceso a la educación se ha incorporado en todas las unidades y delegaciones del CICR, la nueva estrategia apunta a seguir consolidando estos esfuerzos de integración y a fortalecer nuestra capacidad de respuesta.
La estrategia tiene tres objetivos principales:
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El primer objetivo es cambiar los comportamientos a nivel nacional. Los conflictos y la violencia crean temor e inseguridad en las escuelas, y los ataques contra la educación son frecuentes. Debemos conseguir que las partes que alteran la continuidad de la educación cambien su comportamiento. Con este propósito, dialogamos con las fuerzas armadas, los grupos armados y los actores políticos principales.
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El segundo objetivo consiste en garantizar el acceso a una educación de calidad.
Este objetivo incluye todas las actividades que realizamos a través de nuestras distintas unidades de Asistencia y Protección con grupos especialmente vulnerables, como los menores detenidos, los niños asociados con grupos armados o fuerzas armadas, los niños con discapacidad o con familiares desaparecidos, y los niños internamente desplazados y migrantes. -
El tercer objetivo es generar compromisos regionales y mundiales para proteger la educación, y consiste en desplegar actividades diplomáticas, de promoción y de comunicación para asegurar que nuestra voz se oiga en el plano mundial, donde ejercemos nuestra influencia en lo que atañe a las normas jurídicas y las políticas de educación.
A fin de alcanzar dichos objetivos, nos proponemos trabajar a través de cuatro facilitadores.
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El primero es la colaboración con los asociados del Movimiento, puesto que la Federación Internacional y las Sociedades Nacionales aportan valor agregado a nuestra modalidad de trabajo.
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El segundo facilitador consiste en formar asociaciones con la comunidad de la educación en situaciones de emergencia, dado que no somos especialistas en educación y necesitamos recurrir a la experiencia y las competencias de ese sector.
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El tercer facilitador consiste en consolidar nuestra integración y lograr que el acceso a la educación alcance un sólido arraigo en nuestros sistemas y en nuestro pensamiento.
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El cuarto y último facilitador consiste en asegurar los recursos apropiados para el acceso a la educación, a fin de garantizar la suficiencia de los fondos y del personal que se necesitan para impulsar las acciones en este ámbito.
En particular, nuestras inversiones se orientarán hacia los siguientes aspectos:
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Crear sistemas de seguimiento y evaluación más eficaces y recopilar y analizar datos desagregados, a fin de contar con una base empírica más sólida.
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Incorporar en nuestras operaciones las herramientas de la comunidad de la educación en situaciones de emergencia, con el propósito de formular metodologías específicas del CICR en materia de educación.
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Formar alianzas con asociados del Movimiento y especialistas en educación, con la finalidad de producir efectos sostenibles.
El acceso a la educación ha pasado a formar parte del ADN del CICR y esperamos con interés seguir desarrollando nuestro programa para garantizar la continuidad de la educación en situaciones de conflicto y de violencia.
La nueva estrategia presentará nuestra visión y contendrá orientaciones para las acciones futuras.