Por: Vanessa Cartaya Febres, Feliciano Reyna Ganteaume, y Geoff Ramsey
INTRODUCCIÓN
Este documento aborda las características, alcance y obstáculos de la asistencia humanitaria en Venezuela, los desafíos que enfrentan los principales actores que se involucran en la respuesta a la emergencia y sus consecuencias, con particular énfasis en los retos de la sociedad civil. Finalmente, se presentan recomendaciones orientadas a contribuir a la solución de los problemas más relevantes.
Una realidad inédita como la venezolana es difícil de prever. Una de las mayores dificultades que enfrenta la respuesta humanitaria ha sido la ausencia de estadísticas para documentar la emergencia, un esfuerzo deliberado del gobierno como parte de su estrategia de negación de la crisis.
La cotidianidad del venezolano transcurre en un torbellino de dificultades: la desestructuración de las instituciones del Estado, incapacitándolas para prestar los mínimos servicios y para contribuir a la sobrevivencia de sus habitantes, en medio de una economía caótica que luego de cuatro años de hiperinflación y caída del PIB se completa con la más baja producción petrolera en casi 80 años para paralizar el país por falta de gasolina, impidiendo el movimiento de bienes, servicios y población, y amenazando una situación catastrófica que en algunas zonas podría llegar a niveles de hambruna.
Habiéndose destruido además la agricultura y la industria, no queda más que vivir de la riqueza mineral, convirtiendo el “modelo económico” en lo que los expertos califican como “extractivismo primitivo” destruyendo el patrimonio que representa para toda la humanidad la selva amazónica y entregando el territorio y sus riquezas a empresas rusas, chinas y turcas y a grupos irregulares.
Hoy Venezuela se encuentra entre los países que requieren asistencia humanitaria urgente: un territorio en aguda situación de emergencia, en el cual coinciden situaciones como las siguientes:
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Una de las 10 mayores crisis alimentarias del mundo.
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Uno de los países con mayores restricciones para el ingreso de ayuda humanitaria.
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Las más negativas evaluaciones en varios índices que miden el estado de la democracia como el Índice de Estado de Derecho 2020 y el Índice de Democracia.
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Ocupa hoy el quinto lugar entre las crisis de largo plazo a nivel global que más se han empeorado en los últimos diez años según el Índice de Fragilidad de los Estados.
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Por primera vez el país se menciona en el Panorama Global Humanitario como una de las crisis humanitarias más graves para el año 2020.
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Es uno de los cuatro países calificados como “no libres” en los cuales se observó un aumento en los abusos de derechos humanos y un debilitamiento de la democracia durante la pandemia, según el reporte “El impacto de la COVID-19 en la lucha global por la libertad”.
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Venezuela es objeto de seguimiento por la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos (OACNUDH) y por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (CIDH-OEA) debido a reiteradas violaciones de derechos humanos. En septiembre 2020 una Misión Internacional de Determinación de Hechos concluyó que hay motivos razonables para creer que se cometieron crímenes de lesa humanidad a partir del año 2014.
Las fallas de infraestructura de telecomunicaciones, la censura y represión hacia quienes difunden noticias “inconvenientes”, sean estos periodistas, personal de salud y otros servicios públicos, defensores de derechos humanos o periodistas, se unen a la escasez de combustibles y la cuarentena para mantener convenientemente inmovilizada a la población.
El desvío irregular de ingentes recursos y una corrupción generalizada está en la raíz de este proceso de destrucción que contribuyó a la violación sistemática de los derechos humanos de millones de venezolanos y dio origen a la Emergencia Humanitaria Compleja (EHC) sin precedentes que sufre Venezuela y a una masiva migración en un país que siempre fue receptor de migrantes.
Además de su huella en las condiciones de vida y violación de derechos, se evidencia un “daño antropológico” que ha deja huellas en la ciudadanía. Según Rafael Uzcátegui, coordinador general del Programa Venezolano de Educación y Acción en Derechos Humanos (PROVEA): “No solamente los destinos individuales han sido trastocados, sino la propia imagen que los venezolanos tenían de sí mismos, su identidad, los referentes que le daban sentido como país”.
Por otra parte, el gobierno de Maduro ha demostrado una impresionante resiliencia para mantenerse en el poder a toda costa, que ha dificultado un cambio político pacífico que permita frenar la destrucción.