Niños, niñas, jóvenes y adultos que hacen vida en los espacios comunitarios, escuelas y centros de salud, son afectados sin distinción cuando se producen enfrentamientos armados y otras situaciones de violencia. Desconcertadas y temerosas, las personas quedan en el medio de la línea de fuego sin claridad sobre cómo actuar para protegerse y enfrentar esas situaciones inesperadas
De forma muy instintiva, al escuchar disparos, la primera reacción de las personas es correr, asomarse por las ventanas para saber qué sucede o salir a buscar a sus familiares con la intención de protegerlos. Estos comportamientos pueden ponerlas en riesgo, ya que podrían resultar lesionadas por balas perdidas, podrían tropezar con las otras personas que corren en diferentes direcciones, caerse, quedar en la línea de fuego, entre otras consecuencias.
Con el pasar del tiempo, en Petare, la Cota 905 (ambas en Caracas), Magdaleno (Aragua), Tumeremo (Bolívar), El Callao (Bolívar) entre otras zonas que apoyamos y que son afectadas por la violencia armada, las personas han aprendido a no ser pasivas ante esta realidad. Los líderes comunitarios, docentes, enfermeras, médicos, entre otros, se han organizado para protegerse con las herramientas y conocimientos que ya tienen a mano.
Para ayudarles a reducir aún más los riesgos, durante el primer semestre de 2023, hemos realizado 10 talleres de comportamiento seguro, en los que han participado 194 personas que ahora cuentan con las principales recomendaciones para mantenerse a salvo. Esta formación es parte de nuestra respuesta exclusivamente humanitaria en Venezuela para proteger a las personas afectadas directa o indirectamente por la violencia armada, sobre la base de que una comunidad prevenida es capaz de reducir los riesgos latentes a los que se enfrentan cada vez que hay un episodio de violencia.
Los talleres de comportamiento seguro incluyen una fase de análisis intracomunitario, en la que se plantean los riesgos de cada comunidad o zona, así como los recursos con los que cuentan para estar más seguros antes, durante y después de los episodios armados. "Es un ejercicio basado en la comunidad, porque las personas ya han identificado mecanismos para protegerse y muchos les han funcionado. Nuestro aporte es sistematizar esas prácticas y conocimientos y hacer que las personas las internalicen" indica Andrea Pacheco, trabajadora del CICR, quien dirige estos talleres formativos.
El colegio Manuel Aguirre, ubicado en el sector 24 de Marzo en Petare Norte, es uno de los centros educativos en los que hemos capacitado a estudiantes y docentes desde el año 2018. Allí, ellos ya habían identificado algunos pasos para actuar ante estas situaciones de violencia. Sin embargo, era necesario reforzar ciertas recomendaciones como arrojarse correctamente al suelo, alejarse de las ventanas, no recoger casquillos o balas. Una vez que esa información fue compartida, organizamos simulacros para asegurarnos de que los estudiantes internalizaran la información para poner a prueba sus reacciones.
Durante los talleres y simulacros, se ha capacitado a líderes estudiantiles y profesoras para que actúen como guías en estas situaciones, ayudando a los demás a encontrar lugares seguros y a establecer mecanismos para comunicarse con sus familiares fuera de la zona de peligro, cuando sea seguro abandonar el lugar. En los salones de clase, el patio, el área de la cantina o las canchas, se han implementado medidas para garantizar la seguridad de los estudiantes y docentes en todo momento.
A medida que el conocimiento se internaliza, la reacción es más consciente y los riesgos se reducen, por eso es importante realizar estas formaciones preventivas. La experiencia ha sido enriquecedora para las personas en las comunidades, porque después de recibir la formación, se sienten más preparados para protegerse. Un ejemplo de ello es Natacha Moreno, bibliotecaria en la comunidad José Felix Ribas, Petare, una zona que ha experimentado fuertes enfrentamientos en los últimos años. Tanto ella como otros miembros de la comunidad se han dado cuenta de que ahora están mejor preparados.
El trabajo colaborativo con las personas en colegios, comunidades, centros de salud y otros espacios, ha permitido que el taller de comportamiento seguro sea muy importante para la prevención y disminución de riesgos en zonas afectadas por violencia armada. Al mismo tiempo, hemos distribuido afiches con la información esencial sobre comportamiento seguro, colocándolos en lugares visibles en estas mismas zonas, de manera que todas las personas puedan tener acceso a la información, aunque no hayan participado en alguno de los talleres. Puedes descargar todas las recomendaciones básicas que compartimos con las comunidades en este enlace (imágenes).
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