
La desnutrición en Rokero es alarmante, la guerra sigue creando una catástrofe humanitaria con graves complicaciones de salud.
En Rokero, Darfur central, Sudán, donde el sistema de atención médica se derrumbó bajo el peso de la guerra, un brote de sarampión arrasó la región entre junio y octubre de 2024. Ha afectado a más de 1,000 personas, en su mayoría niñas y niños menores de cinco años.
Para controlar el brote y proteger las vidas de las personas más vulnerables, desde Médicos Sin Fronteras (MSF) lanzamos una campaña de vacunación que llegó a 9,634 niños y niñas, vacunando principalmente a aquellos de entre 6 y 59 meses, pues corren mayor riesgo de sufrir complicaciones graves por sarampión.
“Durante semanas no supimos qué hacer”, dijo Fátima, madre de tres hijos. “Mi hijo más pequeño tosía y tenía fiebre, y otros en nuestro pueblo también estaban enfermando. Cuando nos enteramos de que venía el equipo de vacunación, nos aseguramos de llegar hasta ellos”.
Carreteras bloqueadas y falta de sensibilización
“Nos enfrentamos a un desafío importante para garantizar la campaña de vacunación, desde caminos difíciles hasta suministros inestables de vacunas”, explica Marwan Taher, coordinador del proyecto de MSF en Rokero. “No fue fácil, pero sabíamos lo importante que era esto”.
Nuestros equipos viajan a pueblos remotos en burros, tuk-tuks y automóviles. Instalan las clínicas en cualquier espacio público disponible: escuelas, mercados e instalaciones médicas, asegurando la accesibilidad para las comunidades locales. Esto es crucial en una región donde el terreno accidentado y las carreteras bloqueadas a menudo limitan el acceso a la atención médica.
Aunque es difícil para los equipos de MSF llegar a esas zonas, también es un reto para las familias con niñas y niños enfermos. Muchas familias tuvieron que caminar durante horas para llegar a los puntos de vacunación, a menudo atravesando terrenos peligrosos.
“El camino estaba en malas condiciones y había llovido la noche anterior. Pero como tantos niños estaban enfermando en nuestro pueblo, tuvimos que hacer el viaje. Ahora, me siento aliviado de que mis hijos estén protegidos”, cuenta Abdurrahman, padre de cinco hijos.
Al mismo tiempo, informar a la gente sobre estas campañas puede resultar complicado sin la ayuda de los líderes de la comunidad local. Es por eso que nuestros equipos trabajaron junto con los líderes comunitarios para difundir todo lo referente a la campaña de vacunación y así llegar a los más vulnerables.
“No se trata solo de vacunar”, afirmó Marwan. “Se trata de trabajar juntos para evitar que la crisis médica empeore. La cooperación y la determinación de la comunidad fueron esenciales para lograrlo”.
El sarampión no es el único problema de salud en Rokero
“No podemos permitirnos que esto vuelva a suceder”, dijo Fátima. “Ahora que mis hijos están vacunados, tengo menos miedo. Pero aún necesitamos ayuda para mantenerlos sanos en el futuro”.
Aunque el brote de sarampión se ha contenido por ahora, desde MSF pedimos que se sigan realizando esfuerzos para abordar las necesidades sanitarias más amplias de la región. Sudán se enfrenta a una crisis humanitaria desde hace años que ha empeorado desde que estalló la guerra entre las Fuerzas de Apoyo Rápido y las Fuerzas Armadas Sudanesas.
Debido a la falta de respuesta humanitaria internacional en el país, las personas no tienen acceso adecuado a las necesidades básicas, incluyendo la alimentación. Esto aumenta las tasas de desnutrición a niveles devastadores.
Durante la campaña de vacunación, nuestros equipos examinaron a los niños vacunados para identificar casos de desnutrición y derivaron los casos graves para que recibieran tratamiento. Nuestros equipos descubrieron que 299 niños menores de 5 años presentaban desnutrición aguda grave y 1,062 infantes de entre 6 y 59 meses presentaban desnutrición aguda moderada.
“La desnutrición en Rokero es alarmante y es consecuencia de la disminución del acceso a los alimentos”, afirma Merce Rocaspana, asesora de salud de emergencia de MSF. “La guerra sigue creando una catástrofe humanitaria con graves complicaciones de salud”.
Los programas de inmunización de rutina, el apoyo nutricional y las inversiones en infraestructura sanitaria son fundamentales para prevenir futuros brotes.