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Sudan

Después de un año de guerra en el Sudán, aún queda mucho por hacer

El conflicto, que se inició el 15 de abril de 2023, ha destrozado la frágil paz del Sudán y ha sumido a la nación en una devastadora crisis humanitaria.

Las consecuencias han sido profundas debido a que millones de personas han sido desplazadas, se han paralizado los servicios esenciales y se ha puesto en peligro la salud y el bienestar.

Más de 10 millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares para buscar refugio dentro de las fronteras del país o en naciones vecinas, como el Chad, Egipto y Sudán del Sur.

Estas comunidades desplazadas son particularmente vulnerables y carecen de lo que se requiere para cubrir sus necesidades básicas, como agua potable, alimentos y vivienda.

El sistema de salud, ya debilitado, ha sido llevado al borde del colapso. La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que 15 millones de personas no tienen atención médica, y entre el 70 % y el 80 % de los centros sanitarios no están funcionando.

El miedo a la violencia ha llevado a muchos trabajadores de la salud a huir, en momentos en que los ataques contra instalaciones sanitarias se han vuelto alarmantemente frecuentes.

La OMS también informa de la ocupación de infraestructuras sanitarias crívitalsticas, como el Laboratorio Nacional de Salud Pública.

Por su parte, las interrupciones en los suministros médicos han agravado la crisis. El transporte de medicamentos y equipos esenciales se ha vuelto peligroso, lo que ha dejado a muchas zonas con alta escasez. El conflicto ha creado un caldo de cultivo para las enfermedades. El desplazamiento y la falta de atención médica están alterando los regímenes de tratamiento del VIH y la tuberculosis, aumentando de ese modo el riesgo de resistencia a los medicamentos y de transmisión.

Esto ha tenido un impacto considerable sobre quienes dependen de tratamientos que salvan vidas, como quienes viven con el VIH, como Ibrahim (se ha cambiado su nombre) que ha pasado de tener un tratamiento completo para sostener la vida a no saber lo que le depara el futuro.

“La situación se ha vuelto miserable. Sin tratamiento contra el VIH, muchos han sucumbido a la realidad de una muerte lenta. Debemos cuidar a las personas que viven con el VIH, salvar lo que sea posible y limitar la propagación de enfermedades como resultado de esta guerra”, explica Ibrahim, de la Asociación sudanesa de personas que viven con VIH/SIDA en el estado del Nilo Blanco.

Frente a esta inmensa crisis, en el PNUD estamos trabajando incansablemente para proporcionar apoyo vital.

“El 70 % de las personas que se vieron forzadas a desplazarse internamente fueron a parar a otras ciudades del Sudán, donde encontraron seguridad. Es aquí donde tratamos de ver qué tipo de intervenciones pueden ser buenas a corto y mediano plazo, como los medios de vida y los servicios básicos que mantienen la cohesión social”, explica Thair Shraideh, Representante Residente Interino del PNUD en el Sudán.

En el PNUD estamos colaborando con el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria y otros socios para garantizar que los trabajadores de la salud sigan prestando servicios médicos esenciales.

Esto incluye brindar apoyo a los costos de personal, de comunicaciones y de funcionamiento de las instalaciones sanitarias estatales y los programas comunitarios centrados en el VIH y la tuberculosis. En 2023, más de 24.000 personas han recibido tratamiento contra el VIH y la tuberculosis.

En asociación con el Fondo Nacional de Suministros Médicos y el Programa Mundial de Alimentos (FAO por sus siglas en inglés), en el PNUD suministramos medicamentos esenciales. Estos suministros cruciales garantizarán la continuidad del tratamiento para las personas que viven con el VIH y mantendrán en funcionamiento el programa nacional de tuberculosis. En el último año se han entregado 80 toneladas de medicamentos esenciales, productos para el diagnóstico y suministros diversos.

Para llegar a las poblaciones vulnerables en las zonas de difícil acceso (lo que incluye a las personas desplazadas internamente), en el PNUD desplegamos nueve centros móviles de atención de salud primaria, que trabajan junto con el Ministerio Federal de Salud, la OMS y las ONG humanitarias.

En el PNUD prestamos apoyo a la rehabilitación de la infraestructura sanitaria al proporcionar suministros y equipo vitales, tales como productos de diagnóstico de laboratorio, instalaciones de energía solar en los centros de salud y sistemas de suministro de oxígeno. Esto garantiza que sigan funcionando y refuerza la capacidad de prevenir brotes de enfermedades más amplios.

La lucha por un futuro más saludable y seguro para el Sudán sigue en pie. Como parte de la oferta de estabilización comunitaria de emergencia en el país, nuestros esfuerzos van más allá de la atención sanitaria; también estamos apoyando oportunidades de empleo de emergencia, iniciativas de producción agrícola y acceso a energía limpia y sistemas de agua con energía solar.

La afluencia de personas desplazadas internamente ha ejercido presión sobre la infraestructura hídrica, lo que ha provocado enfermedades transmitidas por el agua, ha aumentado las tensiones por los recursos limitados y ha dado lugar a una lucha constante por cubrir las necesidades básicas. Las bombas de agua solares instaladas por el PNUD se han convertido en un salvavidas para miles de personas.

Estos sistemas inteligentes aprovechan la energía del sol para bombear agua desde el subsuelo, evitando así que haya que consumir agua superficial contaminada y ofreciendo un suministro confiable e independiente de agua potable limpia. Desde abril, en el PNUD hemos instalado más de 120 bombas solares, lo que ha proporcionado acceso al agua a más de 150.000 personas desplazadas internamente en varios estados.

Las bombas de agua solares del PNUD han cambiado las reglas del juego. Un suministro de agua limpio e ininterrumpido ha mejorado la higiene y ha reducido las enfermedades, pero se trata solo del comienzo.

Al llevar agua a los hogares, las bombas solares liberan tiempo para las mujeres y niñas, que normalmente se encargan de la recolección de agua, promoviendo la seguridad y empoderándolas para que dediquen ese tiempo a la educación y el trabajo. Del mismo modo, ha reducido la violencia de género, ha creado resiliencia comunitaria y ha fomentado la cohesión social.

La instalación y el mantenimiento de bombas solares ha proporcionado trabajos muy necesarios, que acrecientan la actividad económica en las comunidades locales y las empoderan para que sean más autosuficientes. El agua limpia también permite a las familias desplazadas cultivar y abrir pequeños negocios.

Más de 18 millones de personas se enfrentan a la inseguridad alimentaria. Además de proporcionar agua dulce, en el PNUD hemos hecho que los agricultores obtengan herramientas y semillas en las zonas afectadas por conflictos. Se han distribuido más de 130 toneladas métricas de semillas.

Si bien hemos llegado a miles de personas a través de nuestro trabajo, las necesidades siguen siendo significativas. El Sudán enfrenta actualmente a una catástrofe que impacta en las necesidades de más de 25 millones de personas.

El costo de la inacción crece exponencialmente. A medida que avanza el conflicto cada día, se agrava el impacto sobre el pueblo del Sudán.

Millones de personas han sido expulsadas de sus hogares, se han perdido puestos de trabajo y el sistema de salud se está deteriorando rápidamente. Se necesita con urgencia más financiación, ya que una mayor inversión en el desarrollo en la fase aguda de una crisis puede ayudar a mitigar una catástrofe humanitaria más profunda, al tiempo que sienta las bases para la recuperación.