Seis meses después del tsunami
"El mar es nuestra tierra",
dice un cartel a la entrada de Mutur, una localidad en la costa este de
Sri Lanka. La frase sintetiza el sentimiento contradictorio que los tsunamis
del 26 de diciembre de 2004 provocaron en la conciencia colectiva de un
país que vio perecer a 36.000 personas ahogadas.
Al caer del sol, Mutur y el resto de pueblos de la bahía de Trincomalee se llenan estos días de pequeñas embarcaciones de pesca. Los pescadores han vuelto a su modo de vida previo al tsunami. Los mercados de pescado locales han recuperado su actividad. La normalidad, sin embargo, es solo aparente.
Escribo estas líneas desde Trincomalee. Han pasado seis meses desde aquel domingo fatídico. Intento comprender qué supuso este desastre para las miles de familias que resultaron afectadas. Intento verificar también si el programa de Médicos del Mundo es adecuado para las necesidades de la población vulnerable afectada.
La revisión incluye una visita a los campos de desplazados, donde aun viven unas 35.000 personas, entrevistas con trabajadores de ONG locales con los que colaboramos cada día y las estadísticas de las autoridades sanitarias del distrito. Con el paso de los días, uno se da cuenta de que los afectados no sólo necesitan agua y comida. Necesitan también apoyo psicológico y moral para reconciliarse con lo que era su vida antes del tsunami.
Después de Navidad
El 26 de diciembre de 2004 amaneció en España como suelen hacerlo los días posteriores a la Navidad: gris, tranquilo, casero y entrañable. No tardamos en saber que aquel no era un domingo normal.
A las nueve de la mañana recibí una llamada de Steve, que forma parte de una red de unas 200 personas que intercambian información sobre desastres naturales en todo el mundo. Un terremoto de 9 grados en la escala de Richter -ésta mide los temblores entre 1 y 10- había afectado el norte de la isla indonesia de Sumatra. El movimiento vertical de placas oceánicas había provocado una serie de olas gigantes que se extendían por todo el Golfo de Bengala. Es conocido que un terremoto por encima de 7 grados es casi siempre destructivo.
La primera noticia sobre el desastre, recogida por la agencia Reuters, hablaba de 3.000 muertos. Diez minutos mas tarde la cifra se duplicaba, se triplicaba.
Todavía chocados por ese amanecer tan trágicamente anormal, en la sede central de Médicos del Mundo empezamos a trabajar de inmediato. Llamadas a las autoridades del país, a la embajada española en Nueva Delhi... 48 horas después, el primer equipo de Médicos del Mundo trabajaba en Sri Lanka apoyando el sistema de respuesta del gobierno srilankés.
Han sido meses de trabajo intenso, de aprendizaje, de pequeños logros diarios gratificantes. Un equipo de 30 personas, entre personal expatriado y local, ha desarrollado programas de higiene y salud comunitaria, asistencia sanitaria, vigilancia de epidemias y fortalecimiento del sistema sanitario en Trincomalee. El reparto de 16.000 kits de higiene familiar, mosquiteras, medicamentos esenciales y equipamiento medico completa materialmente el contenido de los programas.
El reto actualmente es lograr volver a la normalidad, entendiendo ésta como asumir lo ocurrido y disponer de las herramientas necesarias para seguir viviendo. Como parte de la reconstrucción física, Médicos del Mundo ha iniciado el proceso de rehabilitación de un ala del Hospital Central de Trincomalee, que será destinada a apoyo psicosocial y psiquiatría comunitaria. La reconstrucción social llevará más tiempo, posiblemente años, pero los primeros pasos se han iniciado: la formación, como promotores de salud mental, del personal srilankés y la creación de redes comunitarias de apoyo psicosocial para beneficiar a 120.000 personas en el distrito de Trincomalee.
Jeny
Estos días conviviendo en el terreno con mis compañeros de Médicos del Mundo y las intensas jornadas de trabajo con Jeny, Shiva, Kalum y todo nuestro personal contratado y voluntario, me han ayudado a entender un trabajo hecho a miles de kilómetros.
Antes de finalizar la revisión conversamos con Jeny. Esta mujer de ojos profundos, experta en protección de la mujer y la infancia, nos expone la situación de violencia familiar que viven muchas mujeres del distrito con las que vamos a trabajar. El paisaje físico a nuestro alrededor es hermoso. Imagino que Jeny se sintió aquel 26 de diciembre como Eva cuando fue expulsada del paraíso. Sri Lanka es la tierra donde, según la leyenda, los padres de la humanidad se refugiaron después de perder la confianza divina.
Observando a Jeny y a las docenas de promotores que trabajan en la recuperación de esa normalidad de la que tanto hablamos, todo parecer recobrar repentinamente un sentido. Y el trabajo de Medicos del Mundo, apoyado durante estos seis meses por miles de personas desinteresadas e instituciones publicas y privadas, también.
Cuando la intervención de Médicos del Mundo en Sri Lanka finalice, nos sentaremos a conversar, como cada día, con Jeny, Shiva, Niaz, Nimna, Rani, Pia, Sampath... Si todo va bien, será un día normal.
Fernando Nuño, responsable de Emergencias de Médicos del Mundo