Introducción
Ante la creciente recurrencia de los eventos naturales y antropogénicos que producen situaciones de desastres, donde la población se ve afectada y el impacto es cada vez más devastador, la solidaridad humana y la cooperación de la comunidad internacional se hacen presentes, como parte importante en la atención de los eventos.
Pero más importante es la reducción de riesgo; donde preparando, organizando y apoyando a las comunidades, reducimos y mitigamos la vulnerabilidad a las amenazas/peligros y los riesgos que éstos conllevan.
Los desastres naturales constituyen un serio obstáculo para el desarrollo humano y para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio; en especial, el referido a la reducción de la pobreza extrema a la mitad, antes del año 2015. Los desastres naturales, además de causar numerosas víctimas humanas y estados de trauma en los sobrevivientes, han venido provocando pérdidas económicas anuales que van desde: 75.500 millones de dólares estadounidenses en los años 60; 138.400 millones en los años 70; 213.900 millones en los 80 y 659.900 millones en los 90, la mayoría de ellos en el mundo desarrollado. Sin embargo, las estimaciones económicas no captan adecuadamente el impacto de los desastres en los países más pobres, donde los costos en términos de vidas humanas, de medios de subsistencia y de reconstrucción de infraestructuras destrozadas son más elevados.