Recibimos con esperanza el tan esperado alto al fuego entre Israel y Hamas, así como la liberación e intercambio de prisioneros y rehenes. Este anuncio llega tras 15 meses de devastación indescriptible en Gaza, donde el pueblo palestino ha enfrentado una escalada de violencia genocida. Aunque el alto el fuego ofrece una chispa de esperanza para las víctimas palestinas de estas acciones, llega de manera dolorosamente tardía. Sin embargo, un alto al fuego es solo un paso. Lograr una paz duradera y equitativa requiere abordar las causas fundamentales de la violencia y la opresión. Esto implica adherirse a la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia de julio de 2024, desmantelando las estructuras fundamentales de la violencia colonial y garantizando los derechos de las y los palestinos a la autodeterminación, la dignidad y la libertad. También exige el fin inmediato de todas las transferencias de armas y el apoyo militar a Israel y otras partes.
La impunidad ya no debe ser tolerada. Sin rendición de cuentas ni reparación por todos los crímenes y violaciones, la justicia se reduce a una promesa vacía y la verdadera paz sigue siendo inalcanzable. Las voces y perspectivas de las y los palestinos, especialmente las mujeres, deben estar al frente en un proceso inmediato de paz y justicia, asegurando que los daños y violaciones de género sean abordados adecuadamente y sin demora. La comunidad internacional debe desplegar con urgencia todas las herramientas legales y políticas a su disposición para poner fin a esta injusticia perdurable y garantizar la rendición de cuentas por todos los crímenes y violaciones, respetando y apoyando el trabajo de la Corte Penal Internacional.