
En el norte de Nigeria, hemos empezado a utilizar energía solar en los hospitales que tradicionalmente dependían de generadores caros y que consumían grandes cantidades de combustible. Con el paso a las energías renovables, las comunidades tienen ahora un mejor acceso a dispositivos médicos vitales, medicamentos e infraestructura hospitalaria.
Momentos antes del cambio, muchas personas del equipo en el hospital de Zurmi contenían la respiración, preocupadas por cómo afectaría la transición energética a las operaciones médicas.
“Tenemos personas con oxígeno”, recalcaba un miembro de nuestro personal recordando a los ingenieros lo que estaba en juego. Pero muy pronto ese temor se transformó en alivio: la transición se realizó sin contratiempos y el suministro eléctrico se mantuvo estable durante el resto del día y en los días siguientes.
“Antes era extremadamente difícil”, explica Israel Mushore, responsable de energía que ha trabajado durante cinco meses en el proyecto. “Se operaba a pacientes con el riesgo constante de un corte de luz en medio de la cirugía. Ahora, con energía solar, tenemos una fuente de energía estable y confiable”.
Durante años, el Hospital General de Zurmi estuvo desconectado de la red eléctrica nacional y tuvo que depender de generadores que consumían más de 11.000 litros de combustible al mes. Esto generaba cortes de energía frecuentes y frustrantes.
Desde la instalación de 436 paneles solares este año, el sistema de energía solar de 250 kilovatios ha mantenido en funcionamiento los dispositivos médicos, refrigerado medicamentos y permitido realizar intervenciones quirúrgicas de urgencia. Un sistema de baterías de respaldo también garantiza el funcionamiento continuo del hospital por la noche o en días nublados. Las personas atendidas en el hospital, incluidas las que se encuentran en maternidad, en la unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN) y en la unidad de cólera, han notado una mejora en la atención recibida.
“No exagero al describir el impacto que ha tenido el cambio a energía solar en nuestra capacidad de respuesta ante la desnutrición y las emergencias pediátricas. Ahora podemos almacenar vacunas de forma segura y ampliar nuestras actividades comunitarias”, afirma Abdullahi Mohamed Ali, nuestro coordinador en Nigeria.
Al mismo tiempo, la introducción de energía renovable ha fortalecido la capacidad del hospital para ofrecer atención médica de calidad de manera constante y a largo plazo. Al cambiar la infraestructura energética, reduciendo la necesidad de transporte, almacenamiento y pago de combustible, el hospital está ahora mejor preparado para brindar atención médica continua y confiable. Y al tratarse de una fuente de energía más limpia, también contribuye menos a la crisis climática que ya está afectando a las personas que asistimos.
El cambio climático afecta la salud de las personas
Los fenómenos climáticos extremos, como las sequías e inundaciones, afectan gravemente la productividad agrícola, dificultan el acceso a la tierra para ganaderos y agricultores, y generan conflictos por recursos. Esto alimenta la violencia y el desplazamiento, lo que a su vez agrava la inseguridad alimentaria y la desnutrición en la región.
En los últimos años, nuestros equipos en los ocho estados del norte de Nigeria donde trabajamos -incluido el estado de Zamfara, donde se encuentra el hospital de Zurmi- han observado un aumento preocupante de niños y niñas con desnutrición grave y complicaciones potencialmente mortales.
En 2024, tratamos a más de 300.000 menores, lo que representa un aumento alarmante del 25% respecto a 2023. Más de 75.000 de ellos requirieron hospitalización. Este año, ante la previsión de un incremento aún mayor de pacientes con desnutrición, estamos aumentando la capacidad de camas en algunos de sus hospitales.
Además, nuestros equipos han observado cómo los cambios de temperatura y de los patrones de lluvia han favorecido la proliferación de mosquitos en nuevas zonas, lo que ha aumentado la exposición a la malaria. Según los datos más recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), correspondientes a 2023, Nigeria representó el 26% de los 263 millones de casos globales de malaria, con un aumento estimado de 6,8 millones de casos entre 2018 y 2023.
“Cada día somos testigos de cómo los factores climáticos influyen en la salud de las comunidades en todo el mundo”, afirma Mohamed Ali. “Desde el aumento de eventos climáticos extremos hasta los conflictos por tierras devastadas por la sequía y con rendimientos agrícolas cada vez menores, la conexión entre el clima y la salud es clara”.
Más acciones para mitigar el cambio climático
Además de garantizar un suministro constante de energía, la transición a energías renovables nos permite responder mejor a las necesidades de sus pacientes. Al reducir los costes y el tiempo necesarios para conseguir y transportar combustible caro -especialmente en zonas remotas-, podemos destinar más recursos a otras necesidades esenciales para mantener nuestros hospitales operativos y accesibles.
Ya se están viendo los beneficios de este cambio en otras instalaciones solares que hemos instalado en el estado de Zamfara (en Talata Mafara y Gummi) y en los estados de Borno, Jigawa, Katsina, Bauchi, Kano y Sokoto.
“Aunque aún quedan pasos por dar para reducir el impacto ambiental de MSF, cambiar a energía solar forma parte de nuestro compromiso con soluciones más sostenibles que beneficien tanto a los pacientes como a sus comunidades”, concluye Mohamed Ali.