Este informe es elaborado por la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), en colaboración con el Equipo Técnico de Emergencias del Sistema de las Naciones Unidas en México (UNETE), utilizando información de organizaciones miembros del UNETE e información oficial.
DESTACADOS
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El huracán Otis azotó Acapulco el 25 de octubre, siendo la primera tormenta de Categoría 5 en tocar tierra en el Pacífico mexicano. Su rápida intensificación de tormenta tropical a huracán mayor en menos de 24 horas dejó poco tiempo para preparar. Aunque las evaluaciones oficiales de parte de las autoridades siguen en curso, la gobernadora del estado de Guerrero reporta 27 fallecidos y 4 desaparecidos, mientras que múltiples reportes señalan impactos importantes en la infraestructura, carreteras, las redes de comunicaciones y de electricidad, con 29 municipios bajo alerta roja.
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El Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC) está activado para responder, mientras que 10.000 militares han sido desplegados a Guerrero para empezar con labores de asistencia. El Presidente Andrés Manuel López Obrador llegó a Acapulco para coordinar la respuesta, la cual será implementada por las fuerzas armadas. El 26 de octubre, la Coordinación Nacional de Protección Civil emitió una declaratoria de emergencia para Guerrero y así asignar fondos federales para fortalecer la asistencia por parte de instituciones públicas.
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El Sistema de las Naciones Unidas (ONU) en México está monitoreando la situación, activando sus equipos de emergencia para iniciar intercambios de información y análisis de situación ante cualquier posible solicitud de apoyo. Las Agencias de la ONU han estado en contacto con sus respectivas contrapartes de Gobierno y están dispuestas a prestar apoyo. Hasta el momento el gobierno de México no ha solicitado ayuda internacional.
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El Centro Nacional de Apoyo para Contingencias Epidemiológicas y Desastres (CENACED), líder de la red Connecting Business initiative (CBi )está activo y brindando apoyo, enfocándose en restablecer comunicaciones, mapear rutas alternativas de acceso, el despliegue de equipos de respuesta, apoyo a campañas y mecanismos de recaudación de fondos y coordinación de centros de acopio, entre otras acciones.
RESUMEN DE LA SITUACIÓN
El huracán Otis golpeó el Puerto de Acapulco, importante centro turístico con 825.000 habitantes en el estado de Guerrero, el 25 de octubre como la primera tormenta de Categoría 5 en tocar tierra en el Pacífico mexicano. La velocidad del viento de Otis aumentó hasta 177 km/h en 24 horas un día antes de su ingreso a tierra, representando una de las intensificaciones más fuertes y rápidas jamás registradas, dejando poco tiempo para prepararse.
Al momento de tocar tierra, los hoteles de Acapulco presentaban un 50% de ocupación. Aunque Otis se disipó rápidamente sobre el terreno montañoso del suroeste de México, la zona recibió hasta 25 cm de lluvia, inundaciones repentinas y deslizamientos hasta el 26 de octubre. La gobernadora de Guerrero informó que Otis dejó un saldo mortal de 27 personas y que 4 aún están desaparecidas. También hay un número indeterminado de personas heridas. El Gobierno sigue evaluando las necesidades, las afectaciones y los daños.
El principal impacto de Otis fue en Acapulco y sus alrededores, causando considerable destrucción principalmente en la costa del estado y en zonas montañosas cercanas donde poblaciones vulnerables enfrentaron fuertes vientos y lluvias intensas. Infraestructuras críticas, como hospitales, escuelas, puertos y aeropuertos, sufrieron daños. En Acapulco, el 80% de los hoteles resultaron dañados. Según reportes de la Coordinación Nacional de Protección Civil, hay 29 municipios aún en alerta roja. Los informes señalan que Acapulco de Juárez, Atoyac de Álvarez, Benito Juárez, Coyuca de Benítez, Técpan de Galeana, San Marcos, Florencio Villarreal, Petatlán y Zihuatanejo de Azueta están entre los municipios más afectados.
La autopista principal que conecta la Ciudad de México con Acapulco y otras carreteras están gravemente afectadas. Existen comunidades inaccesibles debido a daños en puentes y caminos. En la zona de impacto del huracán, principalmente en el puerto de Acapulco, se interrumpieron los servicios eléctricos y de telecomunicaciones.
Restaurar la electricidad es una prioridad, ya que más de 500.000 hogares y comercios en Guerrero se quedaron sin electricidad, según la Comisión Federal de Electricidad (CFE). El ente señala que se ha restaurado electricidad a al menos 40% de los afectados, lo que implica que aún quedan miles de hogares sin abastecimiento de energía eléctrica.
Es probable que los sistemas de agua y saneamiento hayan sufrido daños. El sistema de agua municipal estuvo inoperante por falta de electricidad, así como servicios hospitalarios y otros servicios basicos. Además, pequeños agricultores vieron devastados sus cultivos de maíz por el viento y la lluvia de Otis. La infraestructura turística y la vivienda, en particular en zonas urbanas vulnerables, sufrieron daños significativos. Comunidades en áreas montañosas aún corren el riesgo de deslizamientos. Más de 500 albergues oficiales están operativos, aunque aún no se dispone de cifras sobre las personas alojadas, ni del número de desplazados por la tormenta.
Según las autoridades, tomó 24 horas en reabrir parcialmente la carretera principal que conecta Acapulco con Chilpancingo, la cabecera estatal de Guerrero, y con la Ciudad de México, permitiendo intermitentemente el acceso a vehículos y personal de emergencia. El aeropuerto de Acapulco sigue inoperativo, estando disponibles las pistas únicamente para ayuda de emergencia.
Guerrero, donde viven numerosas comunidades vulnerables con alto riesgo de desastres, había sufrido anteriormente el impacto de un huracán mayor en octubre de 1997 cuando el huracán Paulina dejó a más de 300 personas fallecidas tras su paso como tormenta de Categoría 4.
Los meteorólogos se han mostrado alarmados por la rápida intensificación de Otis, afirmando que coincide con una tendencia de intensificación rápida de huracanes en esta zona del planeta, siendo más frecuente en las últimas décadas debido al calentamiento de las aguas relacionado con el cambio climático. La intensificación rápida es clasificada como un aumento de la velocidad del viento de al menos 56 km/h en 24 horas o menos, umbral que Otis superó por creces. La intensificación generalmente requiere un calentamiento significativo del océano. Esto es de especial preocupación puesto que El Niño está creciendo en el Pacífico en 2023, lo que está elevando aún más las temperaturas de las aguas oceánicas.
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