Winnie Romeril, Delegada de Información de la Federación Internacional Villahermosa, Tabasco, México
La etapa de rescate terminó y, en Tabasco, México, ya no hay más residentes encaramados en los techos en espera de que vengan a buscarles. No obstante, siguen haciendo falta agua potable y alimentos mandados por vía aérea, fluvial y, de más en más, terrestre. Millares de familia de Villahermosa, la capital, y el resto del Estado siguen sin electricidad, agua corriente o acceso a los almacenes.
Lo mucho que se exige constantemente a los socorristas está cobrando su precio y no es viable a largo plazo. Seg=FAn la Cruz Roja Mexicana (CRM), la solución radica en darle más a la gente... más agua, leche, pañales, papel higiénico, jabón y, sí, incluso salsa. Después de todo, estamos en México.
Las aguas están remitiendo lentamente en las carreteras anegadas lo que facilita el transporte de envíos más grandes a algunas comunidades, principalmente, cerca de la capital donde viven 500.000 tabasqueños, la cuarta parte de la población del Estado que se cifra en 2.000.000. A su vez, eso libera los helicópteros que sólo pueden transportar cantidades limitadas y permite que se usen para llevar suministros de socorro a "islas" de personas a=FAn varadas.
La afluencia de suministros de emergencia a Tabasco es vertiginosa, por no hablar de la rapidez con que se entregan a manos ansiosas de recibirlos. En el piso de arriba de la sede de Villahermosa de la CRM, en una habituación claustrobófica y llena de humo, está sentado Isaac Oxenhaut, Director de Intervención Nacional. Cuando empezaron las inundaciones volvió inmediatamente por avión de San Diego, California, para dirigir este esfuerzo masivo. La mayor parte de su equipo biling=FCe de la CRM permaneció allí trabajando codo a codo con los voluntarios de la Cruz Roja Americana frente a los incendios forestales.
"Hasta el 10 de noviembre, la CRM había enviado 2.675 toneladas de suministros a Tabasco," anuncia este paramédico de 57 años, con una experiencia de décadas en intervención frente a desastres de pequeñas y grandes proporciones a ambos lados del Río Grande. Pulsa unas cuantas veces más las teclas de la calculadora y añade: "De las cuales ya se distribuyeron 2.400."
Estas cifras alucinantes apenas permiten hacerse una idea de lo que se ha hecho. La CRM desplegó un esfuerzo impresionante y coordinados a escala nacional. En casi 500 locales de la CRM en todo el país, los voluntarios catalogan, inscriben en el registro, pesan, vuelven a empaquetar y cargan a mano toda esa generosidad.
Hoy, las comunidades de Aztlan serán inundadas de suministros de socorro suficientes para suplir sus necesidades básicas de las dos próximas semanas. Los grandes depósitos darán más seguridad a la gente que mira y espera que las aguas remitan. A las 8.30 del 11 de noviembre, voluntarios de la Cruz Roja volaron a ocho comunidades de Aztlan para hacer una evaluación detallada de las necesidades.
Luego, regresaron al improvisado helipuerto instalado en el complejo Ciudad Deportiva de Villahermosa donde la operación puente aéreo, iniciada hace un par de semanas, funciona como un reloj. Cada cinco a siete minutos aterrizan helicópteros, las paletas siguen girando y una cadena de voluntarios de la Cruz Roja, la Policía Federal, la Protección Civil y otras instituciones se precipitan para cargarlos. Es com=FAn que carguen dos o tres a la vez.
Viajé en uno de esos helicópteros prestado por el Estado de Nueva León que llevaba una carga de agua y los habituales paquetes de la Cruz Roja con suministros de subsistencia. Diez minutos después de haber despegado, volamos en torno a una muchedumbre de "isleños" que nos hacían señas y aterrizamos a 150 metros de un depósito de fortuna en una franja de tierra. A pesar de que en todo el Estado, las agua remitieron bastante estos dos =FAltimos días, estas 70 familias siguen varadas. Bienvenidos a Ranchería el Jahuacte, Tercer Sector de Aztlan, Tabasco.
Los vecinos de la comunidad descargan los suministros con tanta destreza como cualquier voluntario de la Cruz Roja en todas partes. Las vecinas corren hacia mí, porque llevo un chaleco de la Cruz Roja, para pedirme leche y colchones. Ayer se quedaron sin leche para sus 35 niños. Entonces, les tranquilizo diciéndoles que el helicóptero volverá unos 30 minutos después que haya partido de la comunidad y traerá leche suficiente para las dos próximas semanas. También les digo que no podemos usar el precioso espacio de los helicópteros para transportar colchones hasta que no se hayan suplido todas las necesidades agua y alimentos de centenares de personas que están varadas como ellos. Inmediatamente, asienten con la cabeza.
Cuando vuelvo para partir, Georgina Ocuña me estampa un beso delicado en la mejilla y con una voz apenas audible en medio del trepidar de las paletas del helicóptero, me dice: "Gracias a la Cruz Roja por salvarnos. Qué Dios les bendiga a todos". Ella y otras mujeres me abrazan y tengo que escaparme pues oigo que los rotores aceleran preparando el despegue. Otro coro de "gracias" y nos encaramamos al helicóptero para volver rápido con más suministros.
Este plan de entregas en mayores cantidades a las comunidades fue iniciado por la Cruz Roja y, ahora, el Ejército Mexicano también lo lleva a cabo en sus tres helipuertos principales.
Basta una llamada de teléfono del Coronel Abeldaro Garfias Cazadero a Isaac Oxenhaut para que 145 toneladas de agua, leche, alimentos y otros suministros básicos sean enviadas en pocas horas a instalaciones militares de la universidad, Cárdenas y el aeropuerto. Luego, el ejército las distribuirá siguiendo el mismo procedimiento para que las comunidades cuenten con existencias de suministros para dos a tres semanas.
"Este nuevo plan nos ayuda verdaderamente. Ya terminamos la evaluación de necesidades y en breve comenzaremos a distribuir escobas y sábanas pero mientras las aguas no bajen, esta gente no puede volver a su casa. Entonces, por ahora, nos limitamos estrictamente a alimentos y otras necesidades", comenta el Capitán Sergio Manuel Serrano Busio de la Primera Infantería.