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India

India ¿llega la ayuda?

Guyarat febrero de 2001. La pregunta que más he oído estos días de los medios de comunicación y de algunas personas que apoyan el trabajo de las ONG que aendemos a las víctimas de las emergencias es: Pero =BFllega la ayuda?
La preocupación de los ciudadanos es saber si llega su donativo, aquel que han decidido dar para salvar a los que sufren una catástrofe. Las organizaciones humanitarias tenemos la obligación de ser trasparentes en nuestras acciones, no sólo ante nuestros donantes sino también frente a las poblaciones que tratamos de apoyar. Por tanto, debemos de ser capaces de demostrar que esa ayuda llega o sinceros para reconocer nuestro fallo si no lo hace. Pero antes de que esto ocurra, en muchas ocasiones, el juicio ya está hecho.

El proceso de comunicación a través de los medios es cíclico: los primeros días de una tragedia recibimos información de sus dimensiones, luego de los esfuerzos que se están haciendo para ayudar a las víctimas y, por =FAltimo, empiezan a llegar las noticias de que la ayuda no llega y que está mal distribuida. Salvo en raras excepciones, la vida media en los medios de comunicación de una catástrofe en el Tercer Mundo es cuatro días. Las causas suelen ser complicadas y las respuestas difíciles. Por ello, el enviado especial que va a cubrir la noticia se mueve bajo unas necesidades muy altas de simplificación del mensaje. Lo malo es que, a veces, también simplifica su trabajo. Del aeropuerto corre a la zona destruida. Durante el camino seguramente ve mucha carga de ayuda humanitaria que está llegando a la zona. Finalmente, encuentra lo que está buscando, víctimas desamparadas que expresen en una imagen o una frase todo el dolor de la tragedia. Después de hacer la foto, se pregunta porque su víctima no tiene ayuda y concluye que la ayuda no llega.

Otras veces es peor, porque ante la falta de compresión de la noticia se inventa algo verosímil. Alguien vio en las primeras imágenes de rescate tras el terremoto de Guyarat en la India que no había perros y concluyó que lo ritos hind=FAes lo prohiben. Luego, cuando vieron perros en la televisión, ya no hablaron. El gobierno indio explicó por activa y por pasiva que no había impedido, de manera específica, la entrada de perros.

La magnitud de una catástrofe como la que ha vivido la población de Guyarat es inimaginable para la mayoría de los mortales. El silencio, el frío de las noches, el estado de shock y el miedo por el futuro son muy difíciles de fotografiar. Ante tanta destrucción la necesidad de coordinación es imprescindible pero muy difícil. En Malya, el juez ha puesto su pupitre sobre las ruinas del juzgado y está sentado con la mirada perdida por si le necesitan. Nadie pone demandas cuando hay que ir a un reparto de comida. Los contadores de muertos se han rendido y reconocen que nunca sabremos cuánta gente murió en el terremoto, porque cuando todavía siguen saliendo cuerpos muchos ya se han quemado en las ceremonias f=FAnebres.

Por tanto, exigir que toneladas de ayuda lleguen tan rápido como un periodista con una cámara es una utopía. Lo que es exigible es la eficiencia, la trasparencia y el rendimiento de cuentas. Pero no el milagro.

La respuesta creo que está clara: la ayuda llega, la ayuda sigue haciendo falta.

Jacobo Ocharan, coordinador de emergencias de Intermón Oxfam