Honduras y El Salvador progresan hacia la reapertura económica, incrementando lentamente la fuerza de trabajo de algunos sectores, la apertura de fronteras y mayor movilidad ciudadana. Sin embargo, aún existen algunos que no han reiniciado operaciones, y quienes lo han hecho, aún deben recuperarse económicamente para observar cambios significativos en el empleo y los ingresos. La cuarentena voluntaria de la población nicaragüense también ha oscilado en función de la necesidad de ingresos y la incertidumbre en la situación sanitaria en el país.
Remesas en recuperación desde abril, precios alimentarios estacionalmente más bajos, mercados abiertos y abastecidos por cosechas con rendimientos positivos han implicado una leve mejora en el acceso alimentario de los hogares urbanos y rurales. Pero las restricciones de movilidad que aún persisten, los protocolos de bioseguridad y una mayor oferta de mano de obra podrían dificultar la generación de ingresos por jornal para los hogares rurales más pobres durante la temporada de mayor demanda, que inicia en octubre.
Un pronóstico de lluvias por arriba del promedio, debido a condiciones ENSO de La Niña, presenta condiciones favorables para un ciclo de Postrera con rendimiento promedio o superior, siempre y cuando se tomen las medidas necesarias para evitar enfermedades fungosas en el frijol. Con esto se prevé que los precios del maíz y frijol rojo decrezcan aún más, aunque continuarán por arriba del promedio. Los hogares productores también verán una mejora en su disponibilidad de alimentos.
La reapertura económica parcial y mayor disponibilidad de alimentos e ingresos mantendrán a la mayoría de los hogares rurales y urbanos en Estrés (Fase 2, CIF). Los hogares urbanos más pobres, que dependen de la economía informal, y los rurales en el corredor seco hondureño y la zona cafetalera salvadoreña continuarán en Crisis (Fase 3, CIF), debido al deterioro de sus medios de vida por los shocks pasados y actuales. La entrega de asistencia alimentaria a futuro es incierta.