Fuente: Proceso Digital
Cuarenta y dos municipios de ocho departamentos de Honduras, impulsan desde lo local una interesante política pública de seguridad alimentaria que ha permitido disminuir los índices de desnutrición crónica en los menores, cambiar formas tradicionales de cultivar la tierra e incorporar nuevos nutrientes a su dieta alimenticia tradicional.
- Se han reducido los índices de desnutrición crónica en las zonas de influencia
Estos municipios impulsan lo que se conoce como el Programa Municipal de Seguridad Alimentaria y Nutricional (PROMUSAN) que promovió el Programa de Seguridad Alimentaria (PESA) de la FAO en Honduras, como parte de su estrategia de salida del país al culminar los fondos que por cinco años inyectó la cooperación canadiense en al menos 73 municipios del país y 892 comunidades.
De esos 73 municipios, en donde PESA logró disminuir en un 66 por ciento los índices de desnutrición infantil crónica, 42 de ellos optaron por impulsar el PROMUSAN para dar sostenibilidad a las enseñanzas del proyecto de seguridad alimentaria, mientras el resto de municipios apuesta por seguir el ejemplo con diversos mecanismos de gradualidad en el tiempo de acuerdo a sus realidades.
Un esfuerzo desde lo local
Estos 42 municipios que están dando ejemplo de una política pública integral en materia de seguridad alimentaria se encuentran en los departamentos de Intibucá, La Paz, Santa Bárbara, Valle, Choluteca, Francisco Morazán, Lempira y Yoro.
Los gobiernos locales de estos municipios se comprometieron en el último año a crear no solo el PROMUSAN sino que hacerlo sostenible invirtiendo recursos e incorporando a la comunidad, las instituciones del gobierno central ahí representadas, entre otros actores claves para la sostenibilidad de la política pública alimentaria.
La asistencia del PESA/FAO ha sido clave en la conformación de esta política pública de seguridad alimentaria que ha contado con el respaldo de la cooperación canadiense al resaltar la importancia que tienen para el desarrollo de un país las regiones rurales, en especial aquellas remotas con problemas de pobreza y seguridad alimentaria.
Por medio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el gobierno de Canadá invirtió en el último quinquenio en Honduras cerca de 17 millones de dólares, con los cuales muchos poblados del interior de Honduras han dicho adiós a los llamados “junios negros”, una época en donde la aparición de la hambruna marcaba la vida de estos poblados, algunos de ellos con fuerte presencia indígena.
Durante los llamados “junios negros”, los indígenas y los campesinos sufrían fuertes hambrunas, pero ahora estas comunidades han aprendido a cambiar la forma tradicional de arar la tierra, comenzaron un proceso de siembra y cultivo que les permitió hacer rendir sus “tareas” (producción) de cosecha pues si antes sacaban 50 sacos de frijol, ahora hacen el doble.
Buenas prácticas agrícolas
En algunas zonas incluso ahora tienen no solo viveros y huertos familiares, para enfrentar las épocas duras de la sequía, también construyeron pequeños silos para almacenar los granos básicos. Ellos han logrado enfrentar los efectos del cambio climático.
“La puesta en marcha de las buenas prácticas agrícolas promovidas por el PESA, en algunos casos ha significado un leve incremento en la producción; en otros hasta se ha triplicado la producción de partida y se ha conseguido diversificar al incluir hierbas, frutas y hortalizas”, dijo Germán Flores, director del PESA de la FAO para Honduras.
A la par de estas acciones—agregó—se han impulsado procesos de educación alimentaria y nutricional en donde el apoyo de los gobiernos locales y el mejoramiento de viviendas han garantizado la alimentación y la nutrición en los años de trabajo del proyecto.
En Honduras, según los datos proporcionados por el proyecto de la FAO, un total de un millón de personas padecen hambre, mientras la desnutrición crónica sigue siendo un grave problema para los menores de cinco años.
De acuerdo a las cifras, unos 300 mil menores de cinco años sufren de desnutrición crónica que no llegan a los 60 meses de edad. En las comunidades donde trabajó el PESA—892 en total—los problemas de desnutrición crónica fueron revertidos.
El PESA inició en el país en el año 2000 con el propósito de identificar y aplicar soluciones técnicas y operativas para mejorar la situación de la seguridad alimentaria y nutricional en áreas críticas a nivel nacional.
Durante los últimos 15 años fue financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), pero desde el año 2011 su trabajo fue financiado por el gobierno de Canadá y en el mes de marzo de 2016, se anunció el cierre del programa.
Gloria Manzanares, representante de la Cooperación del gobierno de Canadá en Honduras, destacó los logros del PESA durante el quinquenio por ellos financiados, al asegurar que se contribuyó a generar capacidades en las familias y en las organizaciones para el ejercicio de los derechos a través del acompañamiento a diferentes niveles y en diversos temas como procesos comunitarios de organización, incremento y diversificación de la producción, entre otros.
Manzanares dijo que uno de los mayores legados dejados por el Programa de Seguridad Alimentaria es precisamente la política pública en seguridad alimentaria que se aplica desde el PROMUSAN, por ser una estrategia concertada y orientada al fortalecimiento de vida de las poblaciones más vulnerables para garantizar la disponibilidad, acceso y aprovechamiento de los alimentos de forma sostenible.
El PROMUSAN busca generar capacidades y desarrollar modelos nacionales desde lo local, donde los gobiernos municipales implicados en el proceso compartan sus experiencias y lecciones que permita construir una política pública nacional e integral en materia de seguridad alimentaria.
De momento 42 municipios locales están indicando que sí se pueden integrar estos esfuerzos con amplia participación comunitaria, municipal, apoyo del gobierno central e instancias de cooperación. Aquí ellos están gestando gobernabilidad en materia de seguridad alimentaria y también gobernanza a nivel local.
De las contrapartes estatales que apoyan estas iniciativas destacan las Secretaría de Educación y Salud, así como el Instituto de Desarrollo Comunitario, Agua y Saneamiento (Idecoas), entre otros. El PESA/FAO trabajó en Honduras en 9 de los 18 departamentos y en su estrategia logró incorporar en forma activa a más de 27 mil familias pobres, 173 centros escolares, 27 colegios de secundaria, 830 cajas rurales y más de 2,800 facilitadores comunitarios voluntarios.