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Informe - Hacia una Centroamérica más resiliente: Pilares para la acción

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INTRODUCCIÓN

Centroamérica es una región geográfica con marcados contrastes entre sus dos vertientes, caribeña y pacífica, y se caracteriza por su alta diversidad biológica y cultural. En un territorio de tan solo 522 760 kilómetros cuadrados se concentra entre un 7 % y un 10 % de la biodiversidad mundial1 . La región es el hogar de aproximadamente 66 pueblos indígenas, que habitan a lo largo de los siete países que la componen, ocupando casi el 40 % de la superficie terrestre y marina del istmo2 . Parte de esta diversidad ambiental y cultural se refleja también en la existencia de grandes áreas o corredores regionales, como el Corredor Biológico Mesoamericano, a lo largo de la vertiente del Caribe, y el Corredor Seco Centroamericano, que se extiende a lo largo de cuatro países del istmo.

De la misma manera, las características geomorfológicas y climáticas de la región se traducen en una gran diversidad de climas, en un territorio donde también confluyen cuatro placas tectónicas. Estos elementos hacen de Centroamérica una región altamente expuesta en forma directa a los efectos de distintos fenómenos naturales de origen geodinámicos e hidrometereológicos. Terremotos, erupciones volcánicas, deslizamientos de tierras, huracanes tropicales, inundaciones, sequías y olas de calor son algunos de los fenómenos naturales que hacen de Centroamérica un territorio vulnerable a múltiples amenazas.

En un contexto de alta vulnerabilidad socioeconómica y ambiental, asociada a procesos de desigualdad, pobreza, aprovechamiento inadecuado del territorio, urbanización no planificada y degradación ambiental4 , entre otros, el acaecimiento de las amenazas naturales se traduce frecuentemente en desastres, cuyos impactos en pérdidas humanas y económicas tienen gran incidencia en la sostenibilidad de los procesos de desarrollo de la región.

Entre 1970 y 2010, los desastres asociados a terremotos, huracanes e inundaciones dejaron daños y pérdidas acumuladas por más de USD 80 000 millones, y afectaron la infraestructura crítica —incluyendo escuelas y hospitales— y los medios de subsistencia de los centroamericanos. En la medida que aumenta la frecuencia y la magnitud del impacto de los desastres, los riesgos para la producción de alimentos y la seguridad alimentaria podrían afectar a una parte significativa de la población regional en las próximas décadas, y los avances en los objetivos de crecimiento y desarrollo humano podrían verse seriamente erosionados.

La región presenta un patrón muy distintivo en cuanto a la frecuencia y los niveles de impacto de las distintas amenazas naturales. Los desastres relacionados con amenazas hidrometeorológicas, incluido el fenómeno El Niño Oscilación Sur (ENOS), son los más frecuentes en la región y su impacto acumulado en los últimos 30 años alcanza los USD 22 000 millones.

Centroamérica es la segunda región del mundo más vulnerable a riesgos climatológicos. Cinco de los ocho países miembros del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) —Honduras,
Nicaragua, República Dominicana, Guatemala y El Salvador— se ubican dentro de los 15 primeros en el índice de riesgo climático mundial, lo que permite dimensionar los altos niveles de vulnerabilidad que muestra la región ante amenazas hidrometeorológicas. A este panorama hay que sumarle los impactos adversos pronosticados del cambio climático, que plantean un riesgo persistente para el logro de los objetivos de desarrollo económico y social de los países de la región.

Por otro lado, los eventos sísmicos son menos frecuentes, pero han tenido impactos devastadores y provocado daños y pérdidas del orden de los USD 58 000 millones para el mismo período. Solo el terremoto de El Salvador ocurrido en 2001 dejó más de 1235 muertos y 138 583 viviendas destruidas

En este contexto, la gestión del riesgo de desastre (GRD) pasa a ser un componente protagónico en los esfuerzos de las entidades regionales y de los países de la región para consolidar los cimientos de una Centroamérica más próspera, inclusiva y resiliente.