Huracán Mitch. Diez años después
Cruz Roja Española desarrolla con éxito el Plan Especial Mitch en Centroamérica
Diez años después del huracán Mitch, Cruz Roja Española hace un balance positivo del Plan Especial Mitch y quiere agradecer a la sociedad española su continua solidaridad y entrega a lo largo de estos años.
Las generosas aportaciones de particulares, empresas, Administraciones Públicas y de la Unión Europea, 87.035.713 euros, fueron fundamentales para prestar ayuda de emergencia, iniciar y llevar a cabo los proyectos de rehabilitación y construcción, realizar proyectos que favoreciesen a los colectivos más vulnerables y continuar con el trabajo que ya se estaba realizando en los países afectados.
Cruz Roja Española ha desarrollado más de 500 proyectos en la zona afectada y se han beneficiado más de un millón y medio de personas.
El huracán Mitch fue una experiencia de gran envergadura, y para Cruz Roja Española supuso un antes y un después en el campo de la cooperación internacional. El Plan de Acción en la zona Mitch se está desarrollando de forma eficiente y progresiva, con criterios de perdurabilidad y trabajando para establecer estructuras que preparen a la población ante eventuales desastres naturales, y dotándoles de mecanismos que les hagan saber reaccionar ante estas acciones de la naturaleza.
El trabajo no ha finalizado. Es necesario seguir trabajando para reducir las causas de la pobreza.
Vulnerabilidad de la zona
Hace diez años, el 24 de octubre de 1998, el huracán Mitch llegó a las Islas de la Bahía, Honduras, originando vientos de más de 300 Km/hora (grado cinco, el máximo en la escala Saffir-Simpson). Asoló la zona durante tres días y se trasladó, ya como tormenta tropical, hasta el territorio continental descargando agua durante días en cada rincón de Honduras, en el norte de Nicaragua y en las zonas limítrofes de El Salvador y Guatemala. La deforestación, el desbordamiento de los ríos y la falta de preparación de la población para hacer frente a este tipo de inclemencias provocaron la peor catástrofe natural que ha sacudido la región en el último siglo. Después llegaron el fenómeno climático de El Niño, el huracán Iris, el Michelle, los terremotos de El Salvador en el año 2001 y la tormenta Stan en octubre de 2005. Los efectos de estos desastres perdurarán durante décadas.
El huracán Mitch afectó a más de tres millones de personas en Honduras, Nicaragua, Guatemala y El Salvador, causando la muerte a más de diez mil personas y dejando sin hogar a más de un millón y medio. Aumentó el riesgo de contraer enfermedades, fundamentalmente entre niños y ancianos, paralizó los sistemas educativos, el agua destruyó puentes y carreteras, contaminó los sistemas de agua potable, destruyó las cosechas y arrasó campos de cultivo, ganaderías... agravó, en poco más de tres semanas, la situación de vulnerabilidad en la que su población ya estaba inmersa y produjo un retroceso de más de 20 años en sus procesos de desarrollo. Se estima que los daños causados por el Mitch ascendieron a un total
de 5.649 millones de euros. Dos tercios de esta cifra correspondieron a Honduras, lo que representaba el 60% del Producto Interior Bruto de este país. Fue, sin duda, el país más afectado por la catástrofe: murieron casi 7.000 personas, 8.000 se dieron por desaparecidas, 12.000 resultaron heridas... Sólo en este país, el fenómeno climatológico destruyó el 70% de sus infraestructuras y dañó gravemente el 70% de sus cultivos, inundando el 85% del territorio nacional.
Diez años después del Mitch, Centroamérica, donde viven decenas de millones de pobres, no se ha recuperado aún de las consecuencias provocadas por esta catástrofe. La magnitud de su impacto estuvo directamente relacionada con la pobreza, la vulnerabilidad social, económica y ambiental de los países afectados, la debilidad de las infraestructuras, las carencias de acceso a servicios básicos, la ausencia de recursos de las familias para hacer frente a los daños, la degradación medioambiental... Todo esto contribuyó a intensificar aún más las consecuencias de la tragedia.
Esta vulnerabilidad se refleja en:
- Las tensiones y fracturas sociales agravadas por las carencias de recursos de los Estados.
- La fuerte presión demográfica. El éxodo rural ha desbordado las ciudades (donde vive más del 70 por ciento de los latinoamericanos).
- La mayoría de los centroamericanos carece de acceso a los servicios básicos (educación, salud, agua potable, vivienda...).
- El tejido industrial es inconsistente.
- El aumento del subempleo y el paro. Si bien la miseria ha retrocedido en el continente desde el inicio de los años noventa, los desniveles de riqueza se han ampliado, poniendo así en entredicho el principio de igualdad ciudadana.
- Las guerras civiles que han sacudido a la región centroamericana durante décadas han empobrecido más aún a unas naciones ya doblegadas por unos ingresos escasos y un fuerte endeudamiento.
- El continente permanece a merced de las crisis financieras internacionales, un gran número de reformas continúan pendientes y el estado de la democracia no satisface plenamente a los ciudadanos.
- Centroamérica es una de las regiones del mundo más propensas a sufrir los azotes de los fenómenos naturales. Las inundaciones, deslizamientos, sequías y movimientos sísmicos son fenómenos regulares que sacuden periódicamente a la población centroamericana.
- A los aspectos puramente físicos, se unen los procesos de transformación de los ecosistemas locales y regionales, como la deforestación, cambios en los usos agrícolas y una urbanización acelerada sin políticas medio ambientales. Como consecuencia se habla de una degradación del medio, que favorece la incidencia de otros fenómenos: sequías, inundaciones y deslizamientos.
Todos estos factores dan lugar a una situación de alta vulnerabilidad de la población que hace que ante cualquier fenómeno natural adverso o cambio en la economía internacional pueda ver comprometida su capacidad de supervivencia. Centroamérica posee una gran diversidad y riqueza cultural y de recursos naturales, sin embargo sigue enfrentandose a la miseria y el subdesarrollo.