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Ecuador

Los refugiados del invierno pasado

Sus pertenencias están arrumadas en el rincón de un baño. El lugar es utilizado como habitación para pernoctar.

María Nazareno vive allí desde hace un año, cuando perdió su vivienda en el barrio Codesa, por las fuertes lluvias en Esmeraldas.

Comparte el espacio con otras cuatro familias que fueron llevadas por la Secretaría de Gestión de Riesgos al complejo deportivo Homero López (sur de la urbe).

Nazareno asegura que cuando se quedó en la calle las autoridades le dijeron que estaría por cuatro meses, hasta que el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) les entregara una casa. Pero ese ofrecimiento no se ha concretado.

La dirección del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) entregó a las familias alimentos por seis meses. “Después se olvidaron de nosotros”, dice Nazareno. Calima Gómez, directora de esa institución, señaló que solo se iban a entregar víveres durante un mes y que lo hicieron por seis. “Nuestra responsabilidad terminó ahí”.

Ayer, Nazareno freía huevos junto a sus hijos para el almuerzo. Utiliza un pequeño fogón para cocinar los alimentos. Comen reunidos en el suelo.

Apenas un plástico negro separa el área de la cocina y el baño. Ayer el piso aún estaba inundado por los temporales que volvieron a caer en la ciudad y provocaron el desplome de tres viviendas el miércoles en el barrio La Ceiba.

El agua entró al complejo deportivo por el techo, que está lleno de orificios. También por los ventanales rotos.

Nazareno colocó costales en las ventanas para evitar que el viento y el agua terminaran de inundar el improvisado refugio.

El área donde está su familia es de seis por ocho metros.

Junto a ella está Alicia Mina, otra damnificada. Ella también utiliza fogón para calentar los alimentos. El lavabo del baño hace las veces de mesón de cocina; está junto a tres inodoros.

“Yo también perdí mi casa y varias pertenencias por las lluvias hace un año”, dice. “No tengo familiares a quién acudir, por eso no me queda más que esperar la voluntad de las autoridades”.

Las quejas en ese albergue son frecuentes por la falta de agua y el taponamiento de la alcantarilla que pasa junto a los baños donde viven. “Los olores no se soportan y tememos por la salud de los niños”, refiere Dayana Angulo.

La situación se repite en otros refugios de la ciudad. Mayren Cheme vive con su esposo y dos niños en un aula del colegio Ricardo Paredes. Está en el barrio Tercer Piso, sector Las Palma, en el sur de la ciudad. “Estoy incómoda porque cuando están los estudiantes no podemos usar el baño”. Comparte el espacio con Cinthya Vélez y Sandra Mero, quienes también fueron afectadas por los deslizamientos de tierra en el barrio El Faro.

Según Guillermo Prado, de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos, 48 familias están damnificadas por el invierno del año pasado. De ellas, 10 continúan en cuatro albergues, el resto fue a casas de sus familiares.

El Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda se comprometió a dar una casa a cada familia afectada. Prado dice que ya se cuenta con los terrenos para la construcción y que se espera que se inicien los trabajos. Aunque no tienen una fecha establecida.

Cheme dice que esperará a que pase este invierno para regresar a su casa, en el barrio El Faro.

La vivienda sigue en un sitio de riesgo, pero prefiere el peligro a la incomodidad de los refugios. “El aire que entra por los ventanales me está afectando la salud, ya no resisto estar en este lugar”. Nazareno, en cambio, exige una respuesta a los ofrecimientos de las autoridades. “Si no nos van a dar las viviendas que nos lo digan de frente para ver qué hacer”.

En el Miduvi se dijo ayer que el 24 de diciembre se reemplazó al director de la institución y que la nueva representante estaba en Quito, resolviendo los temas pendientes. Uno de ellos, la situación de los afectados por las lluvias.