CUENCA
Las máquinas sin funcionar por falta de electricidad, la vía que pasa por el frente de su taller cada día a desnivel y las casas colindantes desmoronándose, son causas para que -según el carpintero Rómulo Coraizaca- desde hace un mes pierda contratos y sus recursos económicos.
El taller de Coraizaca funciona desde hace 20 años en la calle Guayasamín, de la ciudadela Jaime Roldós, al noreste de la ciudad, donde durante las dos últimas semanas siete casas colapsaron y 7 más están en riesgo de desmoronarse, debido a la filtración del agua durante la época de lluvia.
Además, el sistema de alcantarillado también colapsó y se nota en los desniveles de hasta 30 centímetros que se forman en la angosta vía de tierra por la que se ingresa a la zona afectada, la más antigua del sector, y la más alta desde donde se observan los escombros de casas de hasta tres pisos que colapsaron.
Una de esas viviendas quedó como un cerro de cemento la madrugada de este jueves, María Gómez, de 50 años de edad, con su nieto en brazos miraba insistentemente el esfuerzo de toda su vida. Así lo indicó, mientras un empleado del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) tomaba datos de todos los vecinos afectados.
Al igual que en la casa de Gómez, en las otras viviendas colapsadas y en las que están en riesgo residen dos familias en unos casos y en otros hasta tres, por lo que al momento pasan de 50 personas las evacuadas, quienes prefirieron rentar departamentos o pedir albergue a familiares.
“No sé de dónde sacar los 120 dólares de arriendo, más luz, agua y teléfono en la casa que rente aquí cerquita”, dijo Gómez entre sollozos, mientras su vecina María Cárdenas, con la mano en la mejilla, se negaba a utilizar la carpa que el Ejército colocó en el patio de una escuela cercana y que se observa desde la zona afectada.
“El municipio nos culpa de haber construido sin permisos, pero no dice nada cuando les reclamamos por qué entonces nos cobran predio urbano, recolección de basura, alcantarillado, electricidad y todos los servicios urbanos”, reclamó Guillermo Andrade. Acotó que el año pasado (2011) pagó 30 dólares por el predio y este año 80.
Mientras el agua sigue filtrando en varios sectores de la colina, en donde se construyeron las casas, y la tierra se desliza sobre otra calle de ingreso al barrio, los moradores del sector limpiaron cunetas y con pico y pala formaron cauces para que no se acumule.
“Varias matrices pasan por la vía principal, pero hace unos tres años nos dijeron que quedó solo una; pero por una, en la que hay tubería de cobre, todavía se ve correr agua”, dijo José Coraizaca, el morador más antiguo del sector.
Según los afectados, pese a que el riesgo de que las casas se desplomen empezó hace un mes, hasta la fecha ninguna entidad local toma medidas para mitigar los efectos.
En barrios rurales también colapsan casas
El desnivel en la carretera pavimentada, es la primera evidencia de los efectos de las lluvias a lo largo de los 12 kilómetros entre el centro de la ciudad y la parroquia Paccha, al sureste de la ciudad, en donde también las casas colapsan.
Las paredes de bloque del frente de la casa de tres pisos, de Manuel Criollo, cayeron y dejaron al descubierto todas las habitaciones y ahora permanece abandonada; mientras a unos 10 metros corre el agua de la quebrada Maya, que baja desde el cerro Lancón y que según los moradores del sector se entubó hace tres años.
Junto a esta vivienda, María Salto, de 64 años de edad, se resistió a que fotografíen su casa cuarteada por los cuatro extremos. “Toman fotos y ni así las autoridades nos dan solución”, se quejó; mientras su esposo Ángel Landy explica que hace una semana empezaron a construir una casa de madera a pocos metros, “pero ingenieros del Municipio llegaron a prohibirme, cuando le mostramos que esta casa de cemento ya mismo nos cae encima. Me dijeron ahorita no hay tiempo para ver que pasa y se fueron”, lamentó.
Landy asegura que no puede trabajar porque tiene un problema en la columna vertebral y por eso reniega de que los técnicos lleguen para cobrar multas y prohibir, y no para ayudarles a solucionar los problemas que empezaron hace unos tres meses.