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Violencia sexual en El Darién: “Intentaron violarme, me manosearon y me dejaron varios morados”

Durante el primer mes de actividades, hemos identificado a 135 supervivientes de violencia sexual provenientes del Darién. Es el caso de María, que nos ha relatado su experiencia sufrida “con las personas que te hacen danto daño”. Junto al socio local Cadena, hemos proporcionado ayuda integral a 81 de estas personas en la Estación Migratoria del Sur, en Costa Rica.

“En una parte de la ruta, ya en el lado panameño, nos salieron unos lancheros que intentaron violarme”, explica María* con la calma de quien se ha acostumbrado a vivir de cerca el espanto. “Me manosearon y me dejaron varios morados en el cuerpo donde me apretaron buscando la plata. Me robaron casi todo lo que traía para el viaje. Otra mujer que iba conmigo no tuvo tanta suerte**: a ella se la llevaron a una carpa y la violaron**”.

María cuenta su relato a nuestro equipo en la Estación Migratoria del Sur (EMI Sur) de Costa Rica, donde llegó con su esposo y su hija tras sobrevivir a “una película de terror”. “Fueron varios días donde vimos personas muertas, animales peligrosos, ríos horribles, precipicios que uno tiene que agarrarse duro de las piedras porque si te caes nunca más te van a sacar de ahí. Y luego están las personas que te hacen tanto daño...”, relata la mujer.

Ella es una de las 81 supervivientes que en el último mes han recibido asistencia integral tras haber sufrido violencia sexual en El Darién, la espesa selva que divide a Colombia de Panamá y que se ha convertido en una de las rutas terrestres más peligrosas del mundo para las personas migrantes. Tras la suspensión de nuestras actividades en Panamá, la provisión de ayuda a esta población se ha vuelto más complicada y las personas tardan mucho más tiempo en recibir la asistencia urgente que requieren para mitigar los impactos negativos sobre su salud física y mental.

En EMI Sur, Médicos Sin Fronteras, junto a nuestro socio local Cadena, estamos trabajando para ampliar el acceso a los servicios de atención médica y psicológica para esta población. “Nuestras actividades están enfocadas en la sensibilización, identificación activa de casos y provisión de asistencia integral a sobrevivientes de todo tipo de violencia sexual”, explica Karen Chacón, una de las psicólogas de nuestro equipo en EMI Sur. “En estas primeras semanas, hemos notado que existe un alto desconocimiento de las personas migrantes respecto a lo que significa la violencia sexual y la importancia de recibir atención especializada para prevenir mayores afectaciones”.

Este tipo de violencia tiene múltiples manifestaciones que incluyen todo acto sexual no consentido o deseado. Esto no solo incluye penetración, sino también tocamientos, desnudez forzada, insinuaciones, comentarios e intentos de obtener un acto sexual. También consiste en actos dirigidos contra la sexualidad de una persona utilizando la coacción, por parte de cualquier persona, independientemente de su relación con la sobreviviente, en cualquier entorno, incluidos, entre otros, el hogar y el trabajo.

De hecho, durante el desarrollo del proyecto, nuestros equipos han identificado a 135 personas que han sufrido alguna forma de violencia sexual tras su paso por el Darién, pero 54 de ellas han rechazado la asistencia ofrecida. “En estas decisiones influye mucho que las personas quieren salir muy pronto de este espacio para continuar el viaje, pero también algunas supervivientes prefieren guardar silencio para evitar los prejuicios y los estigmas por lo que les pasó”, explica Chacón.

En nuestro espacio de atención, el equipo procura que, además de la atención médica, las supervivientes puedan desahogarse y reconocer que han pasado por una situación potencialmente traumática que puede aliviarse en la medida en que expresen sus emociones y sentimientos. “Tratamos de que comprendan que es normal sentir miedo constante, ansiedad, preocupación y problemas de sueño; pero que es clave atender esas afectaciones antes de que pase más tiempo y se vuelvan más difíciles de superar”, afirma Chacón.

María sí quiso recibir atención médica y psicológica, pues está embarazada y tras el evento quedó con unos dolores que la hicieron temer por el bienestar de su bebé. Ella, afortunadamente, no requería asistencia dentro de las 72 horas posteriores al evento porque no se trató de una violación. Sin embargo, en dos de cada tres casos donde sí hay penetración las supervivientes no alcanzan a llegar al punto de atención en este lapso, en el cual es aún posible prevenir secuelas médicas como infecciones de transmisión sexual, VIH, o embarazos no deseados.

En las siguientes semanas, seguiremos reforzando las actividades de identificación y captación de casos de violencia sexual, priorizando los casos más graves y aquellos que hayan ocurrido más recientemente para intentar prevenir infecciones de transmisión sexual, especialmente el VIH. “Por eso seguimos insistiendo en la importancia de reanudar nuestras actividades en Panamá, donde podemos intervenir con mayor rapidez para mejorar la respuesta a esta grave situación”, concluye Chacón.