Colombia, 29 de Marzo 2016
Fuente: Portafolio.com
Para el presidente de la SAC, “aunque precios de alimentos están altos, no hay perspectivas de aumento de las siembras que hagan bajar la inflación".
Hacía al menos un lustro que a las autoridades económicas colombianas no las trasnochaban los precios de los alimentos. Ahora, el Ministro de Hacienda y los codirectores del Banco de la República revisan a diario el informe del Dane sobre la evolución de la oferta proveniente del campo.
Por su parte, los productores dicen que aunque los precios están altos, no hay perspectivas de un aumento de las siembras, que hagan bajar la inflación. “Las cotizaciones cederán un poco, pero no al mismo nivel de hace un año”, le dijo a Portafolio Rafael Mejía, presidente de la SAC.
¿Cómo se han comportado las siembras en lo que va de este año?
En algunas zonas del país como Tolima y Huila, cultivos como el arroz están regresando a la normalidad. Allí las siembras estaban atrasadas en casi 40%.
En Cundinamarca, está avanzando lentamente la recuperación de los pastos para la producción de leche; en la Costa Caribe no ha llovido y la situación sigue siendo crítica. Eso significa que la dinámica de las siembras ha venido mejorando, pero eso no es tan rápido como la gente cree. En muchos casos, como en frutas, verduras y hortalizas la recuperación es más rápida, pero en cereales se toma su tiempo.
¿Eso significa que habrá un atraso en la salida de las cosechas?
Exactamente. Ese atraso puede ser de uno o dos meses. Por eso hemos dicho que la inflación será un tema complejo en el primer semestre, ya que la oferta de alimentos no reaccionará rápidamente.
¿Qué tanto inciden en la oferta las pérdidas generadas en toda la cadena, según el informe del DNP?
Inciden mucho y contribuyen a subir la inflación. En el país producimos 5,5 millones de toneladas de alimentos al año, importamos 11,4 millones y estamos desperdiciando en toda la cadena casi 9,7 millones de toneladas. Esto significa que si reducimos pérdidas y desperdicios, mejoramos la oferta y ayudaremos a bajar la inflación.
Y ¿qué hacer para evitar estas pérdidas?
Hay unas recomendaciones. Debemos trabajar en transferencia de tecnología para que los productores recojan bien las cosechas. En el resto de la cadena, también es necesario evitar los desperdicios, incluso las propias cadenas de supermercados. Pero cada cultivo es distinto.
¿Qué pueden esperar los consumidores en materia de precios de los alimentos para este año?
Debo ser claro en lo siguiente: es posible que los precios tiendan a bajar pero no se van a ubicar en el nivel de antes, porque el componente de devaluación en los costos de producción no se va a reducir por culpa de los insumos. Otro aspecto es que los productos importados van a seguir altos porque dependen del dólar, y eso representa el 30% de lo que consumimos. Los más perjudicados son maíz, trigo, soya y torta de soya. Esto afecta la porcicultura, la avicultura y la lechería especializada.
¿Estamos consumiendo productos de menor calidad?
Este año ha habido una reducción en la calidad de la oferta de alimentos debido a que la sequía impacta las cosechas. Entonces estamos comprando alimentos a mayor precio y de menor calidad.
¿Qué opina de la baja de aranceles para importar alimentos y frenar la inflación?
Eso es ridículo. El problema es que hay un enfrentamiento entre los ministerios de Hacienda y Comercio contra el de Agricultura. No es posible lanzar el programa Colombia siembra y al mismo tiempo desmontar aranceles para la importación. A los palmeros no se les puede decir que siembren 150.000 hectáreas más cuando el Mincomercio les quita los aranceles. Eso les hace perder más de 200.000 millones a los palmicultores.
¿Cómo hablar de siembras si la sequía no lo permite?
Eso es imposible. Sin agua y sin rentabilidad no hay agricultura.
Bajo este panorama, ¿para dónde va el sector agropecuario?
El sector creció 3,3 por ciento el año pasado. Nosotros habíamos pronosticado 3,2 por ciento.
El resultado es satisfactorio pero es preocupante, porque el 54 por ciento de ese crecimiento depende del café. Ahí tenemos una situación bien difícil. Uno mira las áreas cosechadas y estas disminuyeron en casi todos los cultivos al igual que la producción, exceptuando el arroz.
¿Cómo se han comportado las exportaciones del agro, en medio de dólar caro?
El tema es preocupante. En 2015 exportamos, sin flores, tabaco y algodón, 4 millones de toneladas e importamos 5,2 millones de toneladas de alimentos. En 2014 produjimos en total 31,4 millones de toneladas, exportamos 4,2 millones e importamos 10,24 millones de toneladas. En el 2015 produjimos 32 millones de toneladas, exportamos 4,27 millones e importamos 11,43 millones de toneladas. Es decir que hace 15 años vendíamos en el exterior 4’082.000 toneladas contra 4’276.000 toneladas de hoy, para un crecimiento de 4,8 por ciento.
¿Y no hay señales de que esta tendencia cambie?
A mí me preocupa que la idea del Plan Colombia, que busca sustituir importaciones y aumentar las exportaciones, no se haga realidad porque la respuesta del Ministerio de Comercio es bajar los aranceles.
Si todo esto está pasando ¿cómo se explica que el desempleo rural siga bajando?
La emigración del campo a la ciudad es una razón, pero hay que recordar que en la medición del área agrícola se incluyen coca y marihuana, las cuales vienen creciendo.
“EL 2016 SERÁ UN AÑO COMPLEJO PARA EL CAMPO, PERO MANEJABLE”
El Presidente de la SAC afirma que el panorama del 2016 es complejo, pero manejable. “Hay que ponerle atención a lo que tiene que ver con bienes públicos, es decir, los aspectos que dependen del Estado, especialmente el agua. También es clave la seguridad jurídica, en donde es necesario modificar la Ley 160 del 94. Así mismo, es imposible que el campo siga teniendo impuestos como si este negocio fuera igual al de los bancos o los centros comerciales. En todos los países miembros de la Ocde, el sector agropecuario tiene un tratamiento especial en materia tributaria. Nuestros pronósticos indican que en el 2016 el campo colombiano podría crecer entre 1 y 1,5 por ciento. Estamos pendientes de los datos del café, porque eso puede variar nuestras proyecciones. Lo anterior significa que la actividad rural crecería por debajo del PIB general, cuyo pronóstico más pesimista habla del 2 por ciento”.