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Colombia

¡Persistamos en la Paz!

Medellín, 29 de enero de 2018

La lamentable muerte de cinco policías y las heridas provocadas a otros 42 oficiales en desarrollo de una operación militar en la ciudad de Barranquilla, evidencia de nuevo lo inconveniente que resulta desarrollar los diálogos de paz en medio de la confrontación armada.

La Mesa de negociación entre el Gobierno Nacional y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que logró instalarse a pesar de múltiples dificultades, ha logrado avanzar en la discusión sobre la importancia de las acciones y dinámicas humanitarias para generar alivios en las comunidades. Esto permitió que las partes acordaran el Cese Bilateral al Fuego Temporal y Nacional, que ha sido valorado no solo por ambas delegaciones sino también por la Iglesia, la comunidad internacional y por el conjunto de la sociedad colombiana.

Sin embargo, el proceso de negociación para la solución política del conflicto se pone de nuevo en discusión frente a un acto propio de la confrontación armada, como el acaecido en la ciudad de Barranquilla, que si bien debe ser rechazado, no puede conllevar al Gobierno Nacional a tomar medidas unilaterales para suspender la instalación del quinto ciclo de negociaciones, con la posibilidad de que la guerra se agudice con la consecuente afectación de la población civil.

Es importante aprender de nuestra historia y no repetir la tragedia de negociar la paz en medio del conflicto, recordar las crisis por las que pasó la negociación en la Habana entre las FARC-EP y el Gobierno Nacional cuando sucedieron incidentes como la muerte de once soldados profesionales en el Departamento del Cauca en abril del 2015, o el bombardeo en el que perdieron la vida el comandante del frente 18 de las FARC y el hombre conocido como Emiro Chaqueto quien se encontraba socializando los acuerdos alcanzados en mayo del mismo año.

Los enemigos abiertos y subrepticios de la salida concertada al conflicto armado, de nuevo tienen la oportunidad de instrumentalizar el dolor que genera una acción militar para exacerbar sus embates contra el proceso de paz. Sin embargo, son los mismos que callan ante el asesinato de los 239 líderes sociales y el fortalecimiento de la estrategia paramilitar en el país.

La tristeza e indignación que produce las acciones militares de las partes, no puede llevarnos a desistir del propósito de consolidar un proceso de negociación política del conflicto armado, que redunde en una democratización de la sociedad colombiana, mandato que tiene el actual gobierno de sus electores y por su compromiso como Premio Nobel de Paz.

Hoy cuando destempladas voces reclaman la agudización de la guerra, persistimos en nuestra convocatoria a las partes para desescalar la confrontación bélica. Es fundamental que la voz de la sociedad que apoya los diálogos en Quito sea escuchada. Instamos al Gobierno Nacional y al ELN a decretar de forma inmediata, el Cese al Fuego Bilateral, impidiendo de esta manera que quienes obstinadamente insisten en la confrontación, no encuentren pretexto para prolongar las hostilidades, que valga recordar, han tenido como víctima principal a la población civil, la cual debe en estos álgidos momentos rodear y respaldar la culminación concertada al conflicto armado.