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Colombia

Colombia: un viaje visual por las heridas del conflicto en el Chocó

Médicos Sin Fronteras y la fotógrafa Fernanda Pineda presentan una muestra conjunta sobre el conflicto armado en Alto Baudó, Chocó.

Desde 2022, Médicos Sin Fronteras (MSF) buscamos mejorar el acceso a servicios sanitarios en comunidades remotas de esta región de Chocó, en el Pacífico colombiano. A través de una colaboración con la fotógrafa Fernanda Pineda documentamos el impacto del conflicto en comunidades afro e indígenas y sus prácticas de sanación.

Una escuela agujereada por las balas. Una cancha en la que murieron los líderes de una comunidad. Una casa a la que no volverá un guardia indígena. Una calle en la que la población se unió para conseguir que un grupo armado desistiera de llevarse a sus jóvenes.

Estas son algunas de las imágenes tomadas por la fotógrafa y documentalista Fernanda Pineda, quien, invitada por Médicos Sin Fronteras (MSF), visitó comunidades afrodescendientes en algunas de las zonas más remotas del departamento de Chocó. En su visita registró la vida en medio del confinamiento por la disputa entre grupos armados y retrató las cicatrices que el conflicto y las ausencias institucionales han tallado en este territorio del Pacífico colombiano.

Pineda navegó río Baudó arriba hasta las comunidades afrodescendientes de Chachajo y Mojaudó, y el poblado indígena de Puesto Indio en Alto Baudó. Acompañada por Yazury Dumaza, Angélica Rojo, Malory Mogollón y Leslie Valencia, integrantes del equipo de involucramiento comunitario de MSF. Estas mujeres, puentes entre culturas, trabajan incansablemente para armonizar el lenguaje, las costumbres y los saberes locales con la asistencia en salud que brindan nuestros equipos.

El resultado de este proyecto es la coproducción fotográfica Riografías del Baudó. En la que mujeres curanderas, yerbateras y parteras de las comunidades identificaron lugares heridos y los sanaron simbólicamente mediante suturas y medios tradicionales.

El proceso comunitario

Esta colaboración inició con un taller sobre fotografía realizado por Fernanda Pineda al equipo de involucramiento intercultural de MSF, integrado principalmente por mujeres indígenas y afrodescendientes. Durante estos encuentros, el equipo resaltó la importancia de representar a las comunidades más allá de su etiqueta de víctimas. Por lo que se definió que la producción fotográfica resaltaría también las prácticas propias de las comunidades para mantenerse sanas.

“Tanto Chachajo como Mojaudó y Puesto Indio son comunidades en donde las mujeres juegan un papel protagónico por su conocimiento de las plantas. Nos adentramos en este territorio a través de entrevistas para identificar cuáles son esos espacios que hacen parte de su comunidad que han estado heridos por el conflicto armado que azota este territorio y que a través de su conocimiento pudiéramos entrar en un espacio simbólico de sanación”, describe Pineda.

En total, siete mujeres de las tres comunidades identificaron los lugares en los que las cicatrices de la guerra eran evidentes. Los curaron mediante suturas, remedios y flores que suelen usar para aliviar el dolor de sus vecinos. El resultado es una cocreación que cuenta con material de carácter simbólico: fotografías de territorios heridos sanadas por las sabedoras y otro de carácter literal en el que líderes y sobrevivientes describen cómo el miedo y la vulnerabilidad persisten ante la falta de respuesta efectiva por parte de las instituciones.

“Buscamos sensibilizar al público general para que miremos esos territorios y lo reconozcamos no solo desde la dureza y la dificultad. También desde la riqueza cultural ancestral y el conocimiento que tienen estas mujeres, quienes quieren ser conocidas por algo más allá del dolor y la injusticia”, reflexiona la fotógrafa.

Las heridas

Las comunidades afrodescendientes e indígenas remotas de la región del Alto Baudó han sido víctimas de múltiples afectaciones por conflictos armados y vacíos institucionales en la región:

  • limitaciones en el acceso a medicamentos y centros de salud,
  • a agua potable
  • educación
  • y el riesgo de inseguridad alimentaria por presencia de actores armados y artefactos explosivos en zonas de cultivo.

Esto tiene un impacto inmediato en la salud física y mental.

Según la Defensoría del Pueblo, durante 2023 Chocó fue el departamento con mayor número de confinamientos forzados, con 124 eventos que afectaron a 40,414 personas. Además, fue el segundo departamento en eventos de desplazamiento masivo con 19 de los 154 ocurridos en el país, según la misma entidad. De acuerdo con la Unidad para las Víctimas, en 2023 Chocó fue el quinto departamento con mayor afectación por conflicto armado en el país con 37,832 víctimas de violaciones de los derechos humanos. Alto Baudó fue el segundo municipio del Chocó por afectación, con 5,758 de los registros.

A esto se suman los vacíos institucionales. Al ser una subregión cuya principal vía de comunicación es el río Baudó y sus afluentes, sin vías carreteables, el costo de los transportes resulta inaccesible para las comunidades que no tienen una fuente de trabajo fijo, por lo que están casi desconectadas de servicios básicos, incluso de los centros de salud primarios.

El trabajo de Médicos Sin Fronteras en Chocó

De acuerdo con la doctora Altair Saavedra, coordinadora médica en Colombia y Panamá de MSF, en Chocó hemos sido “testigo directo del profundo impacto que la escalada del conflicto armado ha tenido sobre el bienestar de las comunidades locales”.

Médicos Sin Fronteras hemos implementado un programa integral de capacitación para agentes y promotores comunitarios de salud para mejorar el acceso a servicios sanitarios básicos en las comunidades más remotas del Alto Baudó. Entre marzo de 2022 y julio de 2024, estos agentes y promotores realizaron:

10,000 consultas

5,233 sesiones educativas sobre salud preventiva

47,384 participantes beneficiados

Durante este periodo MSF apoyamos la remisión demás de 2,000 pacientes desde zonas aisladas a centros de salud, la mayoría de carácter urgente.

En esta subregión colombiana el acceso a servicios de salud puede implicar un viaje en embarcación de hasta 13 horas de duración. Siempre y cuando se disponga de los recursos económicos necesarios para costearlo.

“El Estado colombiano, con apoyo de organizaciones nacionales e internacionales, debe reducir las brechas y garantizar el acceso a la salud y otros servicios a todas las comunidades. No se puede normalizar que las comunidades afrodescendientes e indígenas de Chocó vivan en permanente vulnerabilidad,” concluye Saavedra.