Cuatro temas son prioritarios este año: las personas desaparecidas, los artefactos explosivos, la crisis en las cárceles y la violencia que se origina por fuera del conflicto armado. Adelanto del informe que presentaremos este 10 de marzo.
Colombia cerró enero de 2016 con 7,9 millones de víctimas del conflicto armado registradas por el Estado. Responder a las necesidades de la población que ha sufrido los estragos de este largo conflicto, mientras persisten otras formas de violencia, será una tarea descomunal para el país. Estos son los cuatro retos que el CICR pone en discusión este año.
1. Desaparecidos: es urgente acelerar la búsqueda
No existe un cálculo certero sobre la cantidad de víctimas directas de desaparición que ha dejado el conflicto colombiano a lo largo de cinco décadas. Sin embargo, se presume que son más de 45.000 si se toman en cuenta las cifras del Registro Único de Víctimas. En total, por dentro y por fuera del conflicto, más de 79.000 personas están desaparecidas, según registros del Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres (SIRDEC).
El CICR saluda todo esfuerzo que contribuya a aliviar el sufrimiento de los familiares, como afirmamos el 17 de octubre de 2015, día en que se anunció el acuerdo entre el Gobierno y las FARC-EP para adoptar medidas inmediatas para encontrar a las personas desaparecidas a raíz del conflicto armado. En este acuerdo, las partes solicitaron nuestro apoyo en la implementación de esas medidas y se comprometieron a proveer la información que tuviesen en su poder.
Durante los cinco meses siguientes, el CICR ha trabajado con el Gobierno, las FARC-EP, las instituciones del Estado correspondientes y los familiares de las víctimas para poder concretar esas búsquedas. Para ello, reiteramos el llamado a las partes a acelerar la implementación de este acuerdo.
2. Minas antipersonal: volver a caminar sin miedo tomará años
Si algún día la guerra en Colombia llega a su fin, sobre el terreno quedará un problema: la contaminación por armas, es decir, la presencia de minas antipersonal, artefactos improvisados y restos explosivos de guerra. No se sabe exactamente cuántos hay ni cuánto tiempo tomará limpiar todo el territorio.
Miles de familias viven con problemáticas que no se visibilizan ante la opinión pública y que también tienen graves consecuencias humanitarias. Entre ellas está el acceso limitado a los cultivos y terrenos fértiles, la muerte del ganado y otros animales de los que dependen para subsistir, así como la deserción escolar porque los niños tienen que hacer peligrosos recorridos para ir a estudiar. El resultado, según ha observado el CICR, son comunidades que quedan aisladas, que pasan hambre y que viven con temor todos los días.
En los últimos ocho años, la Cruz Roja Colombiana y el CICR han capacitado a 90.000 personas sobre cómo evitar accidentes y cuáles son sus derechos como víctimas. A futuro, es necesario duplicar este número para prevenir más tragedias.
3. Detenidos: Crisis humanitaria en las cárceles es insostenible
Los centros de detención atraviesan una difícil situación humanitaria desde hace años. El factor más visible ha sido el hacinamiento que, en enero de 2016, se ubicó en alrededor del 55 por ciento. Esto significa que hay unos 43.000 reclusos de más en las prisiones.
Para las personas privadas de la libertad la dificultad para acceder a servicios de salud es una de las problemáticas más grandes. El solo hecho de salir del patio donde se encuentran recluidos para ir a ver a un médico suele ser una odisea, pues deben arreglárselas para ser incluidos en una corta lista por la que compiten con los demás internos. Todo esto, únicamente para ser examinados. De allí a recibir un tratamiento las posibilidades se reducen aún más.
Desde el punto de vista humanitario, esta situación es insostenible. Por nuestra experiencia de más de cien años visitando prisiones en todo el mundo, sabemos que las soluciones requerirán tiempo, recursos y sobre todo, voluntad política, pero también, que las necesidades de la población carcelaria no pueden esperar más, y que es prioritario darles una respuesta.
4. Violencia armada: más allá del conflicto
En zonas urbanas y rurales, los colaboradores del CICR registran con frecuencia casos de control territorial, extorsiones y desplazamientos intraurbanos por fuera del conflicto armado. Además, en algunas ciudades de la costa del Pacífico, durante 2015 fueron notorios los casos de violencia sexual y desapariciones, que también ocurrieron en otras zonas urbanas del país. Además, en ciertas zonas, los 'toques de queda' y las 'fronteras invisibles' –que impiden a la población moverse libremente por sus barrios– son una constante, lo que limita el acceso a servicios básicos de salud y educación.
En esta nueva geografía de la violencia, que incluye el accionar de bandas armadas, 'combos' y pandillas, el control territorial repercute directamente sobre la población que no participa en los enfrentamientos. Más allá de una eventual firma de paz para cerrar el conflicto armado, este problema se vislumbra como un reto a largo plazo.
Un vistazo a nuestra acción humanitaria en 2015
18.000 personas se beneficiaron de iniciativas de agua y hábitat en zonas afectadas por la violencia armada.
12.500 personas con discapacidad, entre ellas más de 100 víctimas de artefactos explosivos, accedieron a rehabilitación física.
9.200 desplazados recibieron insumos para el hogar o alimentos para superar la emergencia.