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Chile

Incendios forestales en Chile: La Cruz Roja lidera una nueva forma de gestionar los incendios forestales, mucho antes de que se produzca la crisis

Un nuevo "Protocolo de Acción Temprana" para incendios forestales, el primero de su clase, sitúa a la Cruz Roja Chilena al frente de una revolución muy necesaria en la gestión de desastres, que comienza por abordar las crisis mucho antes de que se produzcan. Después de todo, no todas las emergencias tienen por qué convertirse en desastres.

Marion Sandoval comenzó su carrera en la Cruz Roja Chilena hace 15 años como voluntaria, por lo que sabe cómo las crisis pueden cambiar radicalmente la vida de las personas. Ahora, como directora nacional de gestión del riesgo de desastres de la Cruz Roja Chilena, utiliza esa experiencia para ayudar a crear una nueva forma de gestionar las emergencias, una que comienza mucho antes de que se produzca la crisis.

Tras varios años de devastadores incendios forestales en todo el país, la Cruz Roja Chilena involucró a numerosas comunidades para desarrollar lo que se conoce como un "Protocolo de Acción Temprana".

Puede parecer algo técnico, pero el concepto básico es bastante sencillo: proporcionar a las personas las herramientas y los conocimientos que necesitan antes de que se produzca una crisis, para que puedan minimizar el impacto que los incendios u otras emergencias puedan tener en su comunidad. Queríamos saber más, así que hablamos con Marion Sandoval sobre este novedoso enfoque.

¿Por qué la Cruz Roja Chilena desarrolló este Protocolo de Acción Temprana para incendios forestales? Durante los últimos 15 años, hemos tenido una recurrencia significativa de incendios forestales. Hemos pasado por megaincendios como el de 2017 que afectó a la región del Maule y que tuvo un impacto significativo en los hogares y también se cobró muchas vidas. Estas pérdidas se lamentan hasta el día de hoy.

El problema es que muchas personas no tienen los conocimientos suficientes sobre el comportamiento del fuego y las medidas que deben tomar para mantenerse a salvo. Esto es especialmente crítico en comunidades situadas cerca de terrenos forestales, o donde operan empresas madereras y donde el riesgo de incendios forestales es alto.

Por eso es esencial apoyar a estas comunidades, para que puedan comprender mejor cómo se comporta el fuego y cómo reducir su impacto y proteger sus vidas, sus pertenencias y sus medios de subsistencia.

¿Cuáles son algunas de las acciones clave de los protocolos que ayudan a la población a adelantarse a los incendios?

Una de las primeras es conocer su entorno, para saber dónde deben crear cortafuegos (zonas despejadas de árboles que pueden ralentizar o detener la propagación del fuego) y cómo y dónde evacuar de forma segura.

Durante la primavera, por ejemplo, los campos cercanos a las viviendas están cubiertos de hierba o, cuando llega el verano, de plantaciones secas. Así que las casas están rodeadas de vegetación que se convierte en un verdadero factor de riesgo.

Por eso, en la primera fase, entregamos un kit de cortafuegos que contiene herramientas para hacer zanjas o cortafuegos y limpiar las zonas que rodean sus casas. Junto con esto, la gente recibirá un kit de evacuación que incluye una mochila con artículos para protegerse del humo, además de un botiquín de primeros auxilios que contiene medicamentos para los ojos y artículos para proteger los pulmones y los ojos del humo y las partículas en suspensión. Todo ello irá acompañado de la formación de personas voluntarias y miembros de la comunidad.

Lo que esperamos es animar a las comunidades a evacuar tan pronto como tengamos la declaración de lo que llamamos «el botón rojo», un sistema de alerta que activa la Corporación Forestal Nacional, basado en la monitorización en tiempo real del movimiento del incendio. La activación del botón rojo significa que es probable que la comunidad se vea expuesta, en dos o tres días, al impacto del incendio.

Uno de los grandes problemas en Chile es que las comunidades a menudo no evacúan por miedo a perder sus pertenencias y sus hogares. Por lo tanto, en este caso, el Protocolo de Acción Temprana promueve evacuaciones seguras porque las personas se sienten más seguras de que sus pertenencias y sus hogares estarán protegidos.

Esta protección también es fundamental para la recuperación posterior, ya que estos hogares son los que permiten a las personas disponer de electricidad, agua caliente, ducha, refrigerador o comida cocinada, cosas que también ayudan a prevenir enfermedades. Después de los incendios, las fuentes de agua de los bosques se pierden o se contaminan, lo que podría provocar enfermedades.

Al mismo tiempo, las autoridades locales están animando a la gente a construir y mejorar sus hogares con materiales más sólidos y resistentes al fuego, como hormigón, ladrillos o bloques, en lugar de madera u otros materiales ligeros.

De esta manera, también garantizamos la posterior recuperación de los medios de vida de las personas. Cuando se producen estos incendios, no solo se pierden las viviendas, sino también las plantaciones que las personas han creado para su consumo personal y para el alimento de los animales. Esto significa que también se pierden los subproductos como la leche, el queso, las aves de corral y los huevos, que las personas venden o consumen.

Todo el trabajo que realizan en respuesta a los incendios forestales está relacionado con las altas temperaturas y las olas de calor. ¿Cómo se relacionan estos dos fenómenos?

Es evidente que si tenemos incendios en una zona y una ola de calor al mismo tiempo, el impacto será mayor y, a su vez, el fuego avanzará más rápidamente. Por eso, ahora hemos empezado a revisar las olas de calor. También queremos avanzar en un protocolo para las olas de calor.

Ahora estamos entrando en invierno, pero el verano pasado tuvimos una alerta por ola de calor casi una vez a la semana durante los meses de febrero, marzo e incluso diciembre. La dinámica de las olas de calor se da mucho en la parte sur de nuestro país y aquí, en las grandes ciudades, debido a los edificios.

Por eso, también queremos buscar mensajes clave para nuestra comunidad y trabajar en la elaboración de recomendaciones que sean viables y previsibles. Por ejemplo, si tenemos olas de calor, está la cuestión de la hidratación, el uso de protector solar, caminar a la sombra, hacer deporte. Hay muchas recomendaciones que podríamos dar a nuestra comunidad para prevenir el impacto de las olas de calor.

¿Hay alguna otra acción que esté llevando a cabo la Cruz Roja Chilena para prevenir incendios o amenazas relacionadas con temperaturas extremas?

Tenemos un programa en el que las escuelas, las comunidades, los consejos vecinales y la propia comunidad conocen sus riesgos y pueden identificar las necesidades, no solo para incendios forestales y olas de calor, sino también para inundaciones, efectos de tsunamis, deslizamientos de tierra y otras emergencias.

La clave en cualquier situación es estar preparados, tener planes de contingencia, tener planes de emergencia familiares, tener claro qué vamos a hacer cuando tengamos una ola de calor o cuando tengamos un incendio forestal o cualquier otro evento que nos pueda afectar.