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Plan de Acción Triple Frontera Amazónica: Colombia-Brasil-Perú (agosto 2020)

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La región amazónica esta siendo actualmente impactada significativamente por la COVID-19, no solo amenazando la vida y los medios de subsistencia de su población, sino además presentandose como una amenaza latente a las comunidades indígenas que allí habitan.

Se calcula que la cuenca amazónica alberga a unos 30 millones de personas, e incluye territorio del Brasil, Colombia, Ecuador, la Guayana Francesa, Perú y Venezuela. Las extensiones de territorio más amplias del Amazonas se encuentran en Brasil, Perú y Colombia, que albergan a más de 400 comunidades indígenas con una población estimada de 6 millones de personas. El principal cauce del río, que es una ruta vital para el transporte en la región, jugo un rol definitivo en la transmisión de la enfermedad que afecta, en particular, a la población indígena a lo largo de la región fronteriza de estos tres paises.

¿POR QUÉ CENTRARSE EN LA REGIÓN DE LA TRIPLE FRONTERA ENTRE COLOMBIA, BRASIL Y PERÚ?

La COVID-19 está teniendo un impacto devastador en la región. Con unas tasas de mortalidad de 77 muertes por cada 100.000 habitantes en Perú, 50 en Brasil y 29 en Colombia, estos tres países tienen una de las tasas de mortalidad más altas del mundo. Sin embargo, la región de la triple frontera denota proporciones alarmantes frente a estas cifras: la capital del departamento colombiano del Amazonas, Leticia, tiene una proporción de 234 muertes por cada 100.000 habitantes, a pesar de tener a disposición algunas instalaciones médicas. En el resto del departamento, sobre todo en las partes alejadas de los contextos urbanos, la ausencia de instalaciones médicas indicarían proporciones aún más altas, sin embargo, las pruebas son limitadas o inexistentes.

El estado de Loreto, la región peruana de la triple frontera, registra más de 143 muertes por cada 100.000 habitantes, y los indígenas del distrito del Mariscal Ramón Castilla presentan una mortalidad dos veces mayor que la del promedio de la población.

El estado brasileño de Amazonas también tiene una tasa de mortalidad considerablemente superior al promedio nacional, pese a que en la región se dispone de pruebas limitadas. Se estima que los indígenas de la parte brasileña de la Triple Frontera tienen un 47% más de probabilidades de morir como consecuencia de la enfermedad que el promedio de la población indígena del Brasil. En comparación, la tasa de mortalidad por infección más alta del mundo a escala nacional se registra en San Marino (123 muertes por cada 100.000 habitantes), seguido de Bélgica (85) y Perú (77), acorde a los datos de la Universidad John Hopkins.

Las comunidades indígenas han expresado su preocupación por la amenaza existencial que supone la COVID-19. Dado que gran parte de estas comunidades se encuentran en lugares remotos, donde en su mayoría se carece de instalciones médicas, las comunidades indígenas son sumamente vulnerables a la enfermedad debido a su menor capacidad de inmunidad y para hacer frente a la misma. Los ancianos, encargados por su conocimiento ancestral de mantener la cultura tradicional y costumbres de sus pueblos, son los más afectados por la pandemia. Muchos temen que la pandemia afecte y borre de algúna forma su modo de vida y sus tradiciones.

Con una atención muy pobre de los estados y la provisión de servicios básicos. Algunas áreas ni siquiera están municipalizadas, lo que significa que no reciben recursos estatales para gestionar estos servicios. Muchas de estas zonas son de difícil acceso. En consecuencia, la pobreza estructural pueden alcanzar a más del 80% de la población en la region y los niveles de informalidad son extremadamente altos, llegando casi al 100% en algunas zonas rurales. Por ello, los indicadores de esas áreas -antes de la pandemia- eran de los peores de todos los países:

Las infecciones respiratorias y las diarreas agudas han sido las principales causas de mortalidad infantil en la región - con indicadores significativamente superiores a los promedios nacionales. La incidencia de enfermedades respiratorias infecciosas se situó en 57,3 por cada 100.000 habitantes del Amazonas colombiano, frente a 14,7 de la escala nacional.

La incidencia de la diarrea acuosa es de 19,1 por 100.000 en el Amazonas colombiano, en comparación con 3,0 de la escala nacional. La tasa de mortalidad infantil es de 46,9 por cada 1.000 nacimientos en la región. Igualmente tiene las tasas de mortalidad materna más altas del país, hasta seis veces más altas que el promedio nacional, lo que ilustra la deficiente infraestructura sanitaria general y los grandes desafíos logísticos de la región. Esta situación es similar en la zona fronteriza de los tres países.

También son comunes en cada uno de los países los brotes de enfermedades como el paludismo, el dengue y la chincunguña. En el departamento de Amazonas de Colombia se registraron más de 2.214 casos de dengue por cada 100.000 habitantes, lo que constituye un múltiplo del promedio nacional de 257 casos por cada 100.000 habitantes. El departamento de Loreto en el Perú tambien sufre actualmente de un brote de dengue con más de 7.000 casos registrados en lo que va del año, en comparación con los 1.500 casos registrados durante 2019. Agosto y septiembre suelen ser los meses con mayor número de casos, por lo que lo peor aún está por venir.Los servicios de salud para temas no COVID-19 son escasos y están La COVID-19 esta afectando de manera desproporcionada a los pueblos indígenas.

La triple frontera es una región tradicionalmente olvidada Altas tasas de mortalidad infantil y materna.
Los brotes de otras enfermedades agravan aún más la situación sometidos a la presión de la demanda. La falta de acceso a agua potable puede alcanzar entre el 70 y 80% en la region.

En el departamento de Amazonas en Colombia, se estima que el 59% de la población enfrenta inseguridad alimentaria moderada o severa; en las zonas fronterizas de Brasil esta cifra es del 42%, mientras que en las zonas fronterizas de Perú se estima que es del 49%. Estos valores reflejan la situación anterior a la llegada de la pandemia y es probable que se hayan deteriorado aún más como resultado del virus y de las medidas de aislamiento preventivo.

Antes de la crisis en estas regiones se registraba una tasa de autoabastecimiento del 28%, lo que significa que más del 70% de las mercancías tienen que ser traidas de otras partes de los países, aumentando posteriormente los precios. La desnutrición crónica en niños menores de cinco años se situó en el 16%, y el 44% de los niños menores de cinco años sufre de anemia.

La precariedad de la infraestructura sanitaria hace que sea imperativo que las personas permanezcan en sus casas para evitar el contagio, lo que deteriora aún más su capacidad para garantizar su seguridad alimentaria y sus medios de vida. También preocupa el aumento de las tasas de malnutrición preexistentes.

La capacidad de las Unidades de Cuidado Intensivo (UCI) es escasa o inexistente en la región, y los pacientes críticos dependen de las evacuaciones médicas por vía aérea. No se están prestando servicios no relacionados con la UCI, como los de salud materna y pruebas para detectar otros brotes, debido a los recursos limitados, situación que expone a la región al riesgo de que se produzcan brotes no detectados de otras enfermedades. La propagación de la COVID-19 en la región está agravando considerablemente las necesidades y llevando a la región a un estado de emergencia.

La proximidad de las comunidades entre los tres países - a veces sólo separadas por una carretera y siempre conectadas a través del río Amazonas - requiere intervenciones coordinadas para mitigar el impacto de la pandemia con un enfoque de acción sin daño. Todas las comunidades de la zona dependen del río para el comercio y para obtener hasta el 70% de sus suministros.

Los actores humanitarios de Colombia y Perú sólo pueden llegar a la zona en avión, mientras que los colegas de Brasil tendrían que viajar seis días en barco desde Manaos para llegar a la zona.

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