En la comunidad San Juan de Mocoví, distante a unos 150 kilómetros de la ciudad de Trinidad, en Bolivia, las Naciones Unidas están haciendo la diferencia en la vida de 25 familias indígenas y campesinas. Esta zona, propensa a las inundaciones y otros desastres naturales, se beneficia con recursos del Fondo Fiduciario para la Seguridad Humana (UNHSTF) que ejecutan tres agencias: PMA, FAO y UNICEF.
SAN JUAN DE MOCOVÍ. --Las acciones se desarrollan en cuatro municipios del Beni, llegando a casi 4,500 familias campesinas e indígenas. El objetivo es promover la seguridad humana, entendida como la suma de la seguridad alimentaria, la seguridad económica, la seguridad sanitaria y la seguridad ambiental, para lograr un impacto integral.
Aprendiendo del pasado para el desarrollar el presente
Recuperando saberes ancestrales de la cultura Moxeña -habitantes milenarios de estas tierras-, FAO y PMA apoyan la construcción de lomas en la comunidad de San Juan de Mocoví. Se trata de una tecnología antigua para salvaguardar el ganado en época de inundación en terraplenes sobre los cuales se construyen cobertizos y se siembran pastizales para forraje. Además, ambas agencias apoyan la mejora en el almacenamiento de los granos que produce la comunidad, principalmente arroz y maíz, a través de la construcción de silos metálicos, más resistente a las condiciones climáticas de la región.
Por su parte, con el apoyo de UNICEF, la comunidad trabaja actualmente en la construcción de un sistema de agua potable para conectar las viviendas de esas 24 familias a la red de distribución. Paralelamente, la comunidad se capacita en la importancia de la higiene y del acceso y uso del agua segura.
Hoy hubo distribución de alimentos en la comunidad, pues las personas que dedicaron jornadas enteras a la construcción de obras para mejorar la seguridad humana en la comunidad dejaron de lado sus actividades de generación de ingresos, principalmente la agricultura de subsistencia.
Preservando la salud y la nutrición
Hoy también ha llegado a la comunidad una brigada de salud para realizar el control nutricional de niños y niñas, ya que el centro de salud más cercano se encuentra en Santa Rosa, una población aledaña, distante a unos ocho kilómetros. Y es que, a fin de mejorar la nutrición de la niñez de la comunidad, el PMA promueve los controles pre y postnatales de las madres, así como el control nutricional de los niños y niñas de 2 a 6 años de edad. Como incentivo a la asistencia a los controles, las mujeres y los niños(as) reciben Super Cereal (harina precocida de maíz y soya) y aceite vegetal con vitamina A.
Belén Huasase, de 31 años, es madre de tres hijos, la menor de las cuales, Aldania, de 2 años, realiza sus controles nutricionales con la brigada de salud que llega cada mes hasta la comunidad de San Juan de Mocoví. Después de la vigilancia nutricional, y a fin de recibir la ración de alimentos, las madres se organizan para hacer llegar los carnés de control al centro de salud de Santa Rosa, hasta donde se trasladan en motocicleta.
Con el Super Cereal, Belén prepara chicha, frito, rosquillas y bollos, que consumen todos los miembros de su familia “Después de comer la harina amarilla, uno siente la barriga llena y el corazón contento…” insinúa contundentemente esta madre de familia, quien además asegura que antes de este apoyo, rara vez llegaban las brigadas de salud hasta el pueblo y, menos frecuentemente aún, se trasladaban con sus niños hasta el centro de salud en Santa Rosa. “Ahora el control nutricional y de salud es una rutina en el pueblo” afirma sonriente.
Todas estas acciones integrales están haciendo de San Juan de Mocoví, al igual que de 108 otras comunidades del Beni, lugares más seguros y desarrollados para vivir.