Pasó apenas un día desde que se conoció que había 15.000 casos de dengue en el país. Ya, ayer, el número creció a 20.000 de acuerdo con lo que informan oficialmente las provincias.
En la actualización semanal del Boletín Integrado de Vigilancia que difundirá hoy el Ministerio de Salud de la Nación, el total de casos notificados en los dos primeros meses es de 19.451. Desde el área de epidemiología nacional estiman que con los registros para la primera semana de marzo ya hay por lo menos 20.000 casos.
Eso incluye un subregistro del que aún se desconoce el alcance. Diagnósticos tardíos, confusión con los síntomas y falta de notificación oportuna de los casos sospechosos son las principales barreras en la atención pública y privada.
Esta semana, los vecinos de Monasterio al 100, en Vicente López, se quejaban de que el municipio no había fumigado a pesar de que se acumulaban los casos. Desde el municipio explicaron que al no recibir la información de los centros privados porteños que habían atendido los primeros casos, no se había activado la alerta para realizar las tareas de bloqueo en las viviendas y los alrededores de los pacientes.
En el oeste bonaerense, en Santos Lugares, por ejemplo, un médico atiende de manera privada a nueve pacientes con dengue en un radio de seis manzanas. Todos habían ido a un hospital o un centro de salud privada y les habían diagnosticado otros problemas de salud.
A Paula Gómez Roldán, de 32 años, la semana pasada le diagnosticaron una infección urinaria. El miércoles fue a la guardia del hospital Zubizarreta, en Villa Devoto, porque empezó a sentir dolor en los músculos de las piernas y temperatura que oscilaba entre 39,7 y 38,7 grados. Sospechó que podía tratarse de dengue.
"Me hicieron un análisis de sangre y orina, y con los resultados, los médicos me dijeron que no tenía nada. Me indicaron tomar paracetamol cada seis horas. Como me empecé a sentir cada vez peor, el viernes volví a consultar, pero en la guardia de una clínica privada de Caseros", contó.
A la médica que la atendió le detalló qué síntomas tenía, que le dolía mucho más todo el cuerpo y que ya no tenía apetito. Volvió a insistir en su sospecha. La profesional le pidió los estudios del Zubizarreta. "Miró los resultados de los estudios en el teléfono y me indicó repetirlos. Cuando le alcancé los resultados, me diagnosticó una infección urinaria. Le expliqué que no sentía dolor al orinar y me dijo que, en muchos casos, esas infecciones no tienen manifestaciones en el cuerpo. Me recetó un antibiótico y me mandó a casa", recordó Paula.
El fin de semana le empezó a picar el cuerpo y la fiebre seguía alta a pesar del tratamiento. El martes a la noche, su esposo la llevó de urgencia de vuelta al Zubizarreta. "Me dijeron que estaba mal medicada, me repitieron los estudios y me dieron una inyección para la reacción alérgica", detalló. Los análisis mostraron que tenía las plaquetas bajas, un indicio más de que podría ser dengue. Pero como padece púrpura trombocitopénica idiopática (PTI), que destruye las plaquetas en sangre encargadas de la coagulación, tampoco le dieron un diagnóstico.
Recién al consultar a un médico de confianza, el de cabecera de sus hijos, se enteró que tenía dengue. "Es como si una tuviera que insistir con los doctores. El médico me dijo que soy el noveno caso que atiende con un mal diagnóstico. A otra mamá del colegio le pasó lo mismo y los médicos le negaron hacerse el estudio del dengue, que finalmente fue positivo. El problema de esto es que hay muchos que se quedan con el primer diagnóstico y no se dan cuenta de que los síntomas no desaparecen ni toman los cuidados que deberían para no afectar a otros", dijo.