1. Introducción
En la última década, los movimientos migratorios en las Américas han aumentado de forma sostenida, al tiempo que sus dinámicas se han transformado significativamente. Este fenómeno—que se caracterizaba por ser predominantemente individual y adulto—ha adquirido un perfil cada vez más familiar, lo que ha resultado en un incremento del número de niñas y niños en movimiento. Según UNICEF, en este periodo, las cifras de niñez migrante en la región han aumentado de forma continua5.
La migración de niñas y niños en América del Sur suele ocurrir en condiciones de vulnerabilidad extrema. Muchos recorren trayectos largos a pie, en autobuses o en vehículos de carga pesada, con un acceso limitado a alimentos, agua y servicios básicos. Además, la presencia de crimen organizado, delincuencia común y grupos armados a lo largo de las rutas expone a la niñez a riesgos graves de violencia y explotación. Estas amenazas se ven agravadas por las vulnerabilidades propias de los menores de edad, quienes—al tener menor capacidad de autoprotección física y emocional—enfrentan mayores dificultades para resistir condiciones extremas, defenderse de agresiones y evaluar situaciones de riesgo. Como resultado, son particularmente susceptibles a sufrir accidentes, deshidratación, agotamiento o enfermedades, así como a convertirse en víctimas de violencia, explotación o abuso durante el trayecto.
Adicional a los peligros durante el viaje, la migración genera impactos profundos en la vida de niños y niñas. La separación familiar, la ruptura de lazos sociales y culturales, la interrupción de los procesos escolares, y la alteración de sus rutinas cotidianas afectan su bienestar emocional y su desarrollo6. La exposición prolongada al estrés, la incertidumbre y el miedo pueden desencadenar estados constantes de alerta, tristeza o ansiedad, con posibles impactos perjudiciales en el cerebro y consecuencias traumáticas a largo plazo7 .
Sin embargo, la experiencia migratoria no es homogénea para toda la niñez en movimiento. Factores como el género, la edad, la nacionalidad, la racialización, el acceso a recursos económicos y el tipo de acompañamiento durante el viaje influyen en los desafíos y los riesgos que enfrentan los niños y niñas.
Aunque las experiencias de la infancia migrante son de gran relevancia en la región, los datos y la información disponibles sobre la materia siguen siendo limitados8. Esta falta de información dificulta el diseño de políticas basadas en evidencia y la implementación de respuestas efectivas para su protección. Iniciativas como la International Data Alliance for Children (IDAC) buscan abordar este desafío promoviendo la generación y el uso de datos de calidad sobre la infancia en contextos de movilidad a nivel regional y global.
En este marco, este informe busca contribuir a reducir esta brecha de conocimiento, analizando las condiciones y riesgos que enfrentan niñas y niños migrantes en América del Sur. A partir de la perspectiva de sus cuidadores, se presentan hallazgos sobre los peligros que experimentan durante la ruta y al llegar a su destino, los mecanismos familiares para su protección, los impactos de la migración en su desarrollo, y las principales necesidades de la niñez migrante en los países suramericanos.